¿Todas las
mañanas me hago preguntas?
Parece ser que sí. Y es que si observamos
nuestro comportamiento al empezar cada día nos daremos cuenta de que mientras
esperamos el amanecer con un café entre las manos, siempre acabamos mirando lo que hay dentro y fuera de nosotros, lo miramos con inquietud, con interés y con
deseo, queriendo saber: ¿Qué pinto yo aquí? ¿Cuál es mi lugar? ¿Qué tengo que
hacer? ¿Hacia dónde encaminar mis pasos? ¿Cuál es mi forma, única, diferente,
exclusiva, de construir, de estimar, de acariciar de una forma que nadie más
puede repetir?
Y sí, las
preguntas pueden parecer todos los días las mismas, sin embargo, las respuestas
me alegran el día.
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