miércoles, 10 de abril de 2024

¡Buenos días! Un dilema enorme.

     “El verdadero rebelde es el optimista, que vive y muere en un esfuerzo desesperado y suicida de persuadir a los demás de lo buenos que son”. (G. K. Chesterton)

¡Buenos días!

Ayer fue un día interesante, del que me quedo una pequeña preocupación, que según voy pensando en ella me doy cuenta de que es muy interesante ya que nuestra sociedad no responde a ella con facilidad. Nuestra sociedad se enfrenta en demasiadas situaciones a una enorme disyuntiva.

Veamos, por una parte, se apoya la tolerancia y la diversidad y por otro vemos, como ayer, que crece una preocupante polarización. Se nos dice sin parar que tenemos que respetar las diferencias y estar abiertos a ellas y, sin casi mover la cabeza vemos como existe una gran intolerancia hacia las ideas que no se alinean con la ideología dominante.

Estoy seguro de que a más de uno le habrá sucedido, al menos a mí sí. Hace nada que termino la Semana Santa y la Pascua, y claro, a un católico se le nota, no se puede ocultar, y en más de una ocasión me han dicho: “son tus creencias, no me hables de ellas”. ¿Qué hay de malo en defender mis creencias? Si lo hago con respeto en una conversación y sin imponerlas ni obligando a seguirlas.

Y claro cuando te encuentras con frases como esta: “Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre”, que dejo escrita Platón, te pones a pensar. Si creo en mis ideas, si sirven, yo no quiero ser el que no sirva. Tengo que defender mis ideas y arriesgarme en un mundo donde la intolerancia te etiqueta y estigmatiza.

Nos encontramos en unos días donde la ideología reinante nos muestra una intolerancia disfrazada de tolerancia que se pude sentir si nos identificamos con las ideas católicas y, que no hay que tener miedo a defenderlas y expresarlas si lo hacemos con respeto y empatía.

Lo reconozco, a veces te sientes cansado de esta intolerancia que esconde su cara detrás de una máscara de tolerancia.

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