sábado, 6 de abril de 2024

¡Buenos días! No conformarse.

     “Solo recuerdo una o dos cosas, no esas que puedo recordar, sino aquellas que no puedo olvidar”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡ Buenos días!!!

Hace unos días mientras me tomaba un café con un compañero, me comentaba que estaba pasando una mala racha, que estaba cambiando, que en realidad el no era así. Había estado intentando buscar la causa de ese cambio y tenia la impresión de que dedicaba demasiado tiempo a pensar en él, en lo poco que se sentía reconocido y valorado. Y, aun habiendo encontrado el motivo, eso conocimiento, en vez ayudarle, le estaba hundiendo, estaba más triste, infeliz y ensimismado.

Mi compañero, que antes disfrutaba reuniéndose con los demás, ayudándoles en lo que podía, ahora, se encontraba dentro de un circulo de malas sensaciones, disgustado.

Y, esta mañana pensando en ello, me he dado cuenta de que nos encontramos rodeados de demasiadas propuestas de felicidad, de muchas iniciativas que nos ofrecen libertad y que pretenden abrirnos los ojos, romper nuestras ligaduras y, lo que consiguen, es hacerlas más resistentes obligándonos a estar más enfrentados. No curan nuestras heridas, sino que las hacen más grandes para que reaccionemos con más fuerza. En realidad lo que se consigue es crear descontento y malestar.

No hay persona que no se encuentre continuamente buscando, que no desee encontrar felicidad y amor, que no este llena de inquietud para conseguir una vida mejor. Esta inquietud tal vez se encuentre muy escondida, dormida, en reposo, pero ahí está dentro de nosotros.

El problema se encuentra en que muchas veces en esa búsqueda, nos equivocamos de camino y cometemos grandes errores, pero, en el fondo, estamos buscando el bien, la felicidad. Mi compañero de café buscaba lo mismo, tal vez con un entusiasmo fuera de control. Incluso los que echan a perder su vida con las drogas o el alcohol, están buscando momentos de felicidad, de evasión y de consuelo. Pero lo están haciendo por caminos equivocados.

Es muy fácil, ahora, decir: Hay que vivir, nos tenemos que conformar con esta vida que nos ha tocado vivir. ¿Y los que no se conforman?”.

Desde siempre hemos considerado la rebeldía sólo como un defecto, lo hemos hecho así por considerar una de sus acepciones como la más significativa, la que nos la presenta como una insumisión, un desacato y un desafío a la autoridad. Y, nos olvidamos de su otra acepción: la de indócil, fuerte, tenaz y duro. Entendiendo que estas actitudes son vinculables a un bien que se quiere defender.

Por eso la rebeldía se puede ver de dos formas y muchas veces opuestas; con causa o sin causa; por algo que vale la pena o por algo intrascendente; para ayudar o para conseguir un bien personal o también como una reacción ante nuestra inseguridad o en función de algún valor.

La rebeldía o el inconformismo al que me refiero es el del que se atreve a vivir, pero quiere vivir dignamente; del que sabe soportar el peso de la realidad, pero no el de la injustica; del que acepta las reglas, pero las discute y critica para mejorarlas. Todos sabemos que con los años nos hacemos más permisivos con las injusticias y terminamos por aceptar lo que hace unas décadas era incomprensible, por eso nuestra rebeldía debe estar constantemente actualizándose y renovándose, tanto en la  vida privada como en nuestras actividades públicas.

En fin, una dosis de sana rebeldía siempre nos vendrá bien y nos sentiremos mejor.

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