“Las nuevas religiones perdonan tus pecados diciendo que no los tienes”. (G. K. Chesterton)
¡Buenos días!
Cada mañana al levantarnos queremos
hacer todo lo posible para ser felices, pero la realidad siempre termina imponiéndose.
Nuestra felicidad cuando la alcanzamos nunca es constante o, por lo menos, la
tenemos que compaginar con momentos de sufrimiento. Y es que muchas veces al
encontrarnos con cualquier tipo de sufrimiento, de dolor o ante un problema un
poco serio pensamos: “Soy infeliz”.
En esos momentos ya no nos acordamos o
nos cuesta mucho recordar esos momentos de felicidad que hemos experimentado,
porque el dolor y la infelicidad cubre cualquier momento de alegría que hayamos
tenido.
Todos, todas las personas hemos tenido
heridas. Yo no conozco a nadie que no las haya tenido, o al menos no recuerdo
ahora a ninguna sin ellas. Toda vida va acompañada de momentos de
dificultad, de sufrimiento. Por eso creo que no es una buena idea tratar de
intentar por todos los medios ser feliz sin sufrir ningún tipo de sufrimiento.
Por eso, soy de la opinión que en vez de desesperarse es mejor que aprendamos a
ser felices en el sufrimiento.
Vale, eso está muy bien me diréis, pero
no es fácil conseguirlo, el truco se encuentra en cómo afrontemos el
sufrimiento. Se trata de nuestra capacidad de adaptación ante una situación
adversa, y esa actitud tiene que salir de nuestro interior. Sentirse feliz
muchas veces no es otra cosa que ser capaces de superar nuestros problemas y volver
a nuestro estado anterior. O sea, a pesar del sufrimiento, cuando somos capaces
de superarlo y levantarnos, ya sea cansados, heridos, pero si nos levantamos, seremos
felices.
Por lo tanto, la felicidad no es carecer
de problemas, sino que esos problemas no lleguen a trastocar nuestra serenidad
interior. De ahí la importancia de tener una base sólida en la que se apoye nuestra
alegría interior. Cuando uno tiene los cimientos bien hechos, cuando uno se
apoya en esa base sólida llena de la seguridad de que sabe adónde va su vida y
para qué sirve, entonces, ningún dolor, ningún sufrimiento van a conseguir derribarla.
¿Cómo construimos esos cimientos? Puede
parecer complicado, pero en realidad no lo es tanto, para empezar, hay que quererse,
hay que amarse en cualquier momento. A pesar de estar herido, de estar sufriendo
sabes que lo has hecho lo mejor que sabías, con el conocimiento que tenías en
ese momento, no podías hacer más. Así que levántate y sigue caminando.
Otra cosa interesante es mirar y admirar
la enorme cantidad de cosas buenas que nos encontramos en este mundo, la
multitud de personas buenas que nos rodean y que nos pueden ayudar y a las que
también podemos ayudar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario