“Antes de condenar algo hay que comprenderlo”. (G. K. Chesterton)
¡Buenos días!
Uno de los
objetivos con los que solemos empezar el día es el de ser libres, alcanzar esa
libertad que nos permita vivir sin restricciones. Esperamos cada mañana que una
determinada persona, una determinada circunstancia, un determinado problema no
nos impida ser libres. Nos podemos pasar el día quejándonos de esa
circunstancia, de esa persona, de ese problema.
Sin embargo, esa forma
de entender la libertad es limitada. El planteamiento de base es falso. Tenemos
que entender que la libertad perfecta a pesar de todos esos inconvenientes es
accesible, pues no depende de condiciones externas, sino que brota de nuestro
interior.
Para ser realmente
libre debemos tener una inclinación hacia lo real. Aceptar la vida tal como es,
a mí mismo tal como soy. Nos daremos cuenta de que con bastante frecuencia lo
que está limitando mi libertad no es, de hecho, lo real, sino mi idea de cómo
debería ser lo real. Son estas ideas las que me encierran en mí mismo y
encerrado no se puede ser libre, mientras que aceptar lo real me abre a todo el
un mundo real y verdadero.
Ver, juzgar y
actuar es un instrumento que tenemos que utilizar en todo momento para poder
elegir libremente. Ya sé que puede resultarnos más fácil dejarnos llevar por lo
que nos llega por otros medios y que tengamos miedo de poder ser etiquetados
como contrarios al llamado progresismo que campa a sus anchas por todas partes.
Pero ¿somos
realmente libres aceptando todo lo que se nos propone? ¿Exagero si digo? que no
hemos recapacitado mucho sobre cambiar de pareja cuantas veces se me ocurra, o
sobre decidir si tengo el hijo concebido o lo mato antes de nacer, o sobre elegir
el sexo que se me ocurra, negando el biológico, o sobre el derecho a vivir sin
trabajar, o sobre el derecho a ocupar por la fuerza propiedades ajenas, o sobre
el derecho a inventarse y enseñar una nueva historia de España, el derecho a
proponer juegos eróticos a los niños, el derecho a enseñar a la gente joven a
usar los métodos anticonceptivos para que gocen sin freno ni responsabilidad
del sexo en todas sus variantes, etc. etc.
¿De verdad nos
hemos puesto a pensar tranquilamente sobre todo lo anterior? si lo hemos hecho,
y estamos de acuerdo, deberíamos seguir pensando el por qué vivimos en una
sociedad con más viejos que niños, en una sociedad empeñada en suicidarse
mientras pierde el tiempo contemplando el teléfono móvil, la pantalla del
televisor o cualquier escena pornográfica. ¿Exagero?
Ya sé que se me
puede contestar que estamos avanzando en conocimiento, en creación de alta
tecnología, en PIB, en esperanza de vida, pero, aunque sea verdad, nada de esto
elimina todo lo negativo que he señalado antes y que se nos trata de ocultar.
Cualquier momento
es bueno para que examinemos con nuestra razón, todos esos nuevos “derechos”
que están apareciendo, y no lo hacemos porque hemos llegado a la conclusión de
que no vamos a poder detener esa tendencia. No creemos que detener esa
tendencia está en nuestras y en nuestra voluntad.
Nos quejamos de
los políticos, de la economía, del ayuntamiento, etc. etc. Pero la realidad es
que podríamos alzar nuestra voz en contra y nos podríamos hacer oír. La
verdadera cuestión es que solo sabemos quejarnos, pero aportar, lo que se dice
aportar, aportamos poco.
Muchas veces da
la impresión de que solo deseamos que las cosas funcionen un regular, pero
tenemos una vida, solo una, y hay que llenarla de contenido, de proyectos, de
ideas, de ilusiones, aunque nos cueste trabajo hacerlo.
Al final los que
controlan el mundo son personas como nosotros, es verdad que a lo mejor tratan
de enriquecerse a nuestra costa, de imponernos sus ideas y que utilizan
cualquier medio para que no les creemos problemas. Pues por eso, nos tenemos
que hacer presentes con nuevas ideas y nuevos proyectos que muestren que se
puede construir un mundo nuevo y diferente, un mundo más humano en el que no
entren los aprovechados ni los que piensan que sobran millones de personas a
las que hay que eliminar ya sea no dejándolos nacer o aplicándoles la eutanasia
sin son viejos.
No nos podemos
dejar engañar por más tiempo por los medios de comunicación que están al
servicio de las élites políticas y económicas, abramos nuestros ojos. Tenemos crueles
guerras que no cesan de provocar muerte y destrucción, ¿ A dónde queremos
llegar?
Pienso que aún
estamos a tiempo de reaccionar, de tomar las riendas de nuestras vidas, de usar
nuestra voluntad para buscar la verdad y la justicia, de no aceptar las
sugerencias de los aprovechados de turno que nos quiere obedientes a los que
mandan, sometidos a los amos del dinero…
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