“No hay nada que a un norteamericano le guste tanto como tener una sociedad secreta y no guardarlo en secreto” (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Cuando se empieza escribiendo o hablando
sobre la verdad resulta muy complicado dar por cerrado el tema, pues el
relativismo obstinado en el que algunos viven permanentemente instalados lo
hace muy complicado, ya que ese “todo depende del color del cristal con que
se mira” los hace vivir en una gran indiferencia hacia las cosas.
Nos encontramos por lo tanto con muchas
personas que se olvidan o no quieren hacer el esfuerzo de preocuparse por la
verdad objetiva de las cosas y de tener la verdad como meta y como concepto ético,
para preocuparse de otras cosas, como, por ejemplo, eso que ahora esta tan de
moda como la llamada “posverdad” que no es otra cosa que poner más atención en
las ideas personales, en las simples apariencias y en las emociones que en los
hechos reales.
Casi todas las personas prefieren que se
les diga la verdad a que se les mienta, la mayoría de nosotros elegimos la
verdad a la falsedad o al error, preferimos tener una certeza a una duda. Todos
queremos saber, pero queremos que sea verdadero.
Si lo pensamos un poco, nos daremos
cuenta de que una forma para evitar que una persona piense y saque sus
conclusiones es decirle continuamente que toda verdad es relativa y que casi se
trata de un asunto de gustos, entonces se pierde el estímulo esencial de todo
pensamiento que no es otro que el anhelo de verdad que todos poseemos, un
anhelo que es consecuencia de la necesidad que tenemos de conocer lo que es
verdadero.
De ahí la necesidad de estar siempre
cuestionándonos las conclusiones que hemos alcanzado, para no ser manipulados, tenemos
por lo tanto que estar constantemente interesados en la verdad, de lo contrario
esta puede ser empañada por una falsedad conmovedora. Lo curioso del caso es
que en la actualidad unas ideas pueden ser falsas o verdaderas, pueden ser
sanas o perniciosas, eso no tiene importancia para que convenzan a la gente,
todo depende de la eficacia de la propaganda, que si está bien conducida puede
adoctrinar de cualquier cosa a prácticamente todo el mundo.
La verdad es una necesidad esencial en
el hombre, es decir, una necesidad que nace de la raíz constitutiva del ser
humano. El ser humano busca la verdad objetiva de las cosas porque la desea, porque
quiere saber a qué atenerse en medio de su existencia, a veces caótica y falta
de sentido. Es una cuestión de voluntad, pero también de inteligencia, lo que
ayuda a ver la diferencia entre la verdad y la falsedad.
Hoy voy a cerrar con un párrafo que he leído
en un libro sobre san Buenaventura, aunque me parece que algo parecido se
encuentra también en algún escrito de San Agustín: “La luz del alma es la
verdad; esta luz no conoce ocaso, porque con tal fuerza irradia sobre el alma,
que ni siquiera puede pensarse su inexistencia, ni expresarla sin que el hombre
se contradiga; porque, si la verdad no existe, es verdadero que la verdad no
existe: luego algo es verdadero; y si algo es verdadero, es verdadero que la
verdad existe: luego si la verdad no existe, la verdad existe”.