“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Es una lastima que ya no acuda
a la tertulia que se forma mientras te tomas un cortado, es una de las
actividades que más añoro, la covid-19 ha puesto en cuarentena muchas
costumbres que ahora con el paso de los meses veo con nostalgia.
He perdido el contacto directo
con todo lo que me era habitual, mantener el contacto por medio del ordenador o
del teléfono móvil no sustituye una buena conversación, ni siquiera una cámara
web puede hacerlo.
Mirar y recoger del pasado lo bueno,
alarmarse de la pérdida de principios válidos, señalar los errores que han
perjudicado a las personas y a los pueblos se lo que yo considero una nostalgia
que nos beneficia.
En cambio, una nostalgia es
dañina si me impide actuar, si lleva a condenar lo presente de modo
distorsionado, si tergiversa y embellece el pasado sin comprenderlo
correctamente.
Existen, por lo tanto,
nostalgias buenas y nostalgias malas. Las malas me van a generar una
desconfianza enfermiza. Las buenas me van a permitir tener un sano espíritu
crítico hacia opciones o actuaciones equivocadas que generan procesos
perversos.
Si lo pensamos un poco nos
daremos cuenta de que todo lo anterior nos vale tanto para las personas como
para los grupos humanos. Un hombre puede mirar su pasado e idealizarlo sin ningún
respeto a la verdad, mientras se lamenta de su situación actual hasta el punto
de no reconocer las oportunidades que ella le esta ofreciendo.
O también ese hombre puede
analizar lo pasado y ver que ha habido cosas buenas que se merecen ser
fomentadas, y errores que hay que corregir. Incluso llegará a esa nostalgia
sana que le servirá para recuperar tesoros antiguos que sirven para siempre.
En los grupos humanos existe el
riesgo de deformar la historia, de ensalzar a líderes que no eran nada ejemplares,
de imaginar que antes las cosas iban bien, cuando un poco de objetividad desmiente
distorsiones que falsean y permite ver que también en ese pasado había males que
necesitaban ser curados.
No es fácil, hacer la
comparación correctamente del pasado con el presente, ni evitar nostalgias
erróneas. Pero si realizamos un análisis serio, que reconoce en el pasado
tesoros como el respeto a la vida, la defensa del matrimonio, el cariño hacia
los abuelos y los padres, el deseo auténtico de querer a los demás, podemos
llegar a una nostalgia sana, que nos impulsará a promover esos tesoros en un
presente que los esta necesitando urgentemente.
Me viene ahora a la cabeza otra
nostalgia, más profunda, la nostalgia por el paraíso perdido, no he estado allí,
pero al mismo tiempo lo echo de menos, lo deseo con fuerza, es la “madre” de
todas las nostalgias, es “volver a casa”. Pero esto son otros sentimientos que
se merecen ser mostrados con tranquilidad.
Buenos días.
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