“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
El domingo pasado volvimos a
realizar otra excursión, esta vez recorriendo el pantano de Beniarres y
entrando en el barranco de la Encantada desde la presa, una parte de nuestra
provincia que había permanecido escondida para nuestras bicicletas.
A la vez estoy empezado a
buscar los proyectos para el próximo año, por supuesto con el permiso de la
covid-19, en un principio van a ser tres los primordiales y a los que prestaré
más atención, junto con los del día a día.
Resulta que por muy
principales o importantes que puedan ser esos tres proyectos para el año que
viene, es el proyecto diario el más importante, la clave de todos los demás. Como
las excursiones de los domingos, que con la ayuda de la bicicleta vamos
recorriendo y conociendo nuestra tierra.
Resulta curioso que apenas piense
en esas pequeñas excursiones cuando me planteo el año próximo, no las tengo en
cuenta y es un error, ya que en ellas se encuentran las raíces de todos los
grandes proyectos. Y tal vez porque no las planifico son tan satisfactorias.
Planificamos tanto, incluso, nuestro tiempo libre que deja de serlo y pasa a
ser un compromiso más de nuestra agenda.
Es fácil que la clave para
buscar proyectos se encuentre en ver el mundo que nos rodea con una perspectiva
cotidiana, inspirándonos en lo grandioso de esas pequeñas aventuras que
realizamos cada semana. Mirar en lo que hacemos cada día para recoger detalles,
experiencias y sensaciones para combinarlos e incluirlos en los proyectos que
pensamos serán más importantes y que estamos buscando.
La combinación entre lo que hemos hecho, lo que
hacemos y lo que pretendemos hacer debería ser una constante en esa búsqueda, lo
que nos lleva a que esos proyectos serán personales, los habremos llenado de nuestras
experiencias, sin darnos cuenta habremos creado un estilo personal, un viaje de
acuerdo con nuestra esencia, sin presiones y con naturalidad.
Esos proyectos se convierten en algo emocionante,
son personales y reflejarán lo que somos, están llenos de nuestra personalidad,
por lo que pueden transmitir nuestro estado de ánimo mientras los estamos planeando,
serán brillantes cuando nos sintamos alegres y optimistas, y tristes cuando
estemos deprimidos al organizarlos. Más allá del lugar al que vayamos, al final
somos personas y lo que experimentemos depende mucho del estado de ánimo
que tengamos.
Nunca se sabe exactamente cómo será nuestro
proyecto, mucho menos cómo llegaremos al final de él, pero sí sabemos cómo lo
hemos preparado. Ese momento es el momento en el que habremos puesto el sello
de calidad, en el que, en un acto de voluntad, podemos asegurar una gran parte
del éxito, nuestra actitud frente a él lo determina todo.
La inspiración podemos encontrarla en cualquiera de
estas “pequeñas” excursiones, sólo hay que saber prestar atención. No hace falta
buscar en espacios exóticos o emprender búsquedas en documentales de viajes. Es
en nuestras calles, carreteras, caminos y paisajes que nos rodean donde podemos
recoger la fuente de inspiración.
Incluso aquello que se presenta de manera sencilla,
puede ser la clave que estábamos buscando, puede que hayamos recorrido el
trayecto de Planes a Pego y de Pego a Planes mil veces, sin prestar suficiente
atención como para detectar los finos detalles del paisaje, pero tal vez, un
día captemos ese detalle, que al final, será el que decidirá nuestros proyectos.
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