miércoles, 18 de noviembre de 2020

Algo nuevo y algo reciente.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Otro recorrido nuevo, nuevos paisajes, nuevas subidas, nuevas experiencias y sensaciones. Todo nuevo el domingo pasado, excepto los últimos kilómetros y los primeros pues por alguna carretera hay que volver y salir de casa.

Es interesante ir cambiando los recorridos cada vez que sea posible, así además de hacerle caso al dicho; “en la variedad esta el gusto”, le damos un poco de incertidumbre y de sorpresa a la excursión.

Tenemos suerte, creo, de vivir en una zona donde existe la posibilidad de encontrar tanta variedad de recorridos, en los que podemos elegir cualquier clase de recorrido que nos guste o nos apetezca ese día; llano, subidas ligeras, fuertes, asfalto, tierra, y todos salpicados de innumerables pueblos que nos dan la posibilidad de avituallarnos en cualquier momento, y todo esto no estaría completo sin contar con un clima perfecto para la bicicleta.

Tenemos suerte los que vivimos en la Marina Alta y además nos gusta andar en bicicleta de poder variar tanto, aunque no hay que obsesionarse con ir cambiando continuamente.

Con el cicloturismo nos puede pasar como en la vida que nos podemos encaprichar de las novedades; bicicletas, gps, cascos, ropa y tantos accesorios que aparecen casi cada día. Poner en cuestión ciertas novedades no es una novedad. Es algo que muchas veces nos olvidamos hacer y caemos en algo que más bien se podría llamar una “estrechez”. Es algo que fija nuestra mente en las novedades, en una moda, hasta que olvidamos que es una moda.

En la vida, esta costumbre de subirse siempre a las modas estrecha nuestra mente, no sólo por olvidarnos del pasado, sino también mediante el olvido del futuro. Es verdad que sentimos una sensación agradable en el cambio de las cosas. Pero una persona sensata debe recordar que las cosas que pueden ser cambiadas volverán a cambiar.

Es curioso, hay cierta clase de personas que se las arreglan para aceptar una cosa como de moda y a la vez como definitiva. En realidad, existe una diferencia de matiz entre algo nuevo y algo reciente. Nuevas son las flores en primavera, que nos alegran la vida cuando llegan, pero no nos tenemos que olvidar que con el tiempo desaparecerán. Por eso, según lo veo yo, el hecho de ver como algo sagrado lo que esta de moda es una limitación, una estrechez para la persona.

No critico ni me quejo de empezar a admirar las cosas nuevas, ni siquiera me quejo de empezar a despreciarlas nada más aparecer. De lo que me quejo es de la superficialidad de esas personas que sólo hacen las cosas que están de moda y cambian sus costumbres y luego hablan como si ese cambio fuese incambiable. Este es el defecto de la mayoría de las teorías progresistas.

Cuando elogiamos, lo último que acaba de aparecer, lo que está de moda, siempre estaremos dando una opinión que infaliblemente será justa e inevitablemente injusta. Es justa porque una nueva generación está cansada de las cosas y elabora unas nuevas, e injusta porque otra generación de personas se cansará de ellas.

No me molesta que la sociedad actual adore las novedades, pero me opongo a que adore la novedad y menosprecie las viejas por viejas. Aquí la cuestión está en que, por ejemplo; no puedo llamar a nadie imaginativo a menos que pueda imaginar algo diferente de su imaginario favorito. No considero a nadie libre a menos que pueda mirar hacia atrás lo mismo que hacia adelante. No considero a nadie tolerante a menos que pueda aceptar opiniones distintas de su opinión habitual, y estados de ánimo distinto de su estado de ánimo actual.  

Hay que tener la fuerza y la audacia para seguir viendo las cosas tal como son más o menos, las grandes montañas como grandes, los grandes escritores como grandes, los actos y las hazañas notables como notables, aunque otras personas se hayan cansado de ellos, y aunque uno mismo se haya cansado de ellos. El mantener las proporciones de las cosas en la cabeza es lo único que nos librará de ser intolerantes. Y un hombre puede mantener las proporciones de las grandes cosas en su mente, aunque no sucedan en un momento particular en que sus sentidos se encuentren excitados ante algo nuevo.

Lo que se debería hacer es tener la suficiente imaginación para hacer nuevas a todas las cosas, porque todas las cosas han sido nuevas. Eso sería realmente algo parecido a una nueva facultad mental. Lo que sucede es que la versión moderna del ensanchamiento mental tiene muy poco que ver con el ensanchamiento de las facultades mentales. Sería un gran don de la imaginación histórica poder ver todo lo que ha sucedido como si estuviera sucediendo o estuviera a punto de suceder. Esto se puede aplicar tanto a la historia, a la literatura como a la política.

Admirar a Miguel de Cervantes sólo como una antigüedad es estúpido, es tonto. Pero admirar a Miguel de Cervantes como una novedad sería una visión auténtica y una recreación del pasado. No creo que sea cometer una injusticia si tratamos de comprender algunos de los sentimientos de nuestros antepasados con respecto a sus ideas, y así aprendemos a ver ese pasado como debió ser realmente.

La mayoría de las ideas no se hacen añejas, somos nosotros lo que nos hacemos añejos, lo que es excusable con frecuencia, pero ni aun entonces tenemos por qué burlarnos de su antigüedad.

Buenos días.

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