“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Otro recorrido nuevo, nuevos
paisajes, nuevas subidas, nuevas experiencias y sensaciones. Todo nuevo el
domingo pasado, excepto los últimos kilómetros y los primeros pues por alguna
carretera hay que volver y salir de casa.
Es interesante ir cambiando
los recorridos cada vez que sea posible, así además de hacerle caso al dicho;
“en la variedad esta el gusto”, le damos un poco de incertidumbre y de sorpresa
a la excursión.
Tenemos suerte, creo, de vivir
en una zona donde existe la posibilidad de encontrar tanta variedad de recorridos,
en los que podemos elegir cualquier clase de recorrido que nos guste o nos
apetezca ese día; llano, subidas ligeras, fuertes, asfalto, tierra, y todos
salpicados de innumerables pueblos que nos dan la posibilidad de avituallarnos
en cualquier momento, y todo esto no estaría completo sin contar con un clima
perfecto para la bicicleta.
Tenemos suerte los que vivimos
en la Marina Alta y además nos gusta andar en bicicleta de poder variar tanto,
aunque no hay que obsesionarse con ir cambiando continuamente.
Con el cicloturismo nos puede
pasar como en la vida que nos podemos encaprichar de las novedades; bicicletas,
gps, cascos, ropa y tantos accesorios que aparecen casi cada día. Poner en
cuestión ciertas novedades no es una novedad. Es algo que muchas veces nos
olvidamos hacer y caemos en algo que más bien se podría llamar una “estrechez”.
Es algo que fija nuestra mente en las novedades, en una moda, hasta que
olvidamos que es una moda.
En la vida, esta costumbre de subirse
siempre a las modas estrecha nuestra mente, no sólo por olvidarnos del pasado,
sino también mediante el olvido del futuro. Es verdad que sentimos una sensación
agradable en el cambio de las cosas. Pero una persona sensata debe recordar que
las cosas que pueden ser cambiadas volverán a cambiar.
Es curioso, hay cierta clase
de personas que se las arreglan para aceptar una cosa como de moda y a la vez
como definitiva. En realidad, existe una diferencia de matiz entre algo nuevo y
algo reciente. Nuevas son las flores en primavera, que nos alegran la vida
cuando llegan, pero no nos tenemos que olvidar que con el tiempo desaparecerán.
Por eso, según lo veo yo, el hecho de ver como algo sagrado lo que esta de moda
es una limitación, una estrechez para la persona.
No critico ni me quejo de
empezar a admirar las cosas nuevas, ni siquiera me quejo de empezar a
despreciarlas nada más aparecer. De lo que me quejo es de la superficialidad de
esas personas que sólo hacen las cosas que están de moda y cambian sus
costumbres y luego hablan como si ese cambio fuese incambiable. Este es el
defecto de la mayoría de las teorías progresistas.
Cuando elogiamos, lo último
que acaba de aparecer, lo que está de moda, siempre estaremos dando una opinión
que infaliblemente será justa e inevitablemente injusta. Es justa porque una
nueva generación está cansada de las cosas y elabora unas nuevas, e injusta
porque otra generación de personas se cansará de ellas.
No me molesta que la sociedad
actual adore las novedades, pero me opongo a que adore la novedad y menosprecie
las viejas por viejas. Aquí la cuestión está en que, por ejemplo; no puedo
llamar a nadie imaginativo a menos que pueda imaginar algo diferente de su imaginario
favorito. No considero a nadie libre a menos que pueda mirar hacia atrás lo
mismo que hacia adelante. No considero a nadie tolerante a menos que pueda
aceptar opiniones distintas de su opinión habitual, y estados de ánimo distinto
de su estado de ánimo actual.
Hay que tener la fuerza y la
audacia para seguir viendo las cosas tal como son más o menos, las grandes
montañas como grandes, los grandes escritores como grandes, los actos y las
hazañas notables como notables, aunque otras personas se hayan cansado de
ellos, y aunque uno mismo se haya cansado de ellos. El mantener las
proporciones de las cosas en la cabeza es lo único que nos librará de ser
intolerantes. Y un hombre puede mantener las proporciones de las grandes cosas
en su mente, aunque no sucedan en un momento particular en que sus sentidos se
encuentren excitados ante algo nuevo.
Lo que se debería hacer es
tener la suficiente imaginación para hacer nuevas a todas las cosas, porque
todas las cosas han sido nuevas. Eso sería realmente algo parecido a una nueva
facultad mental. Lo que sucede es que la versión moderna del ensanchamiento
mental tiene muy poco que ver con el ensanchamiento de las facultades mentales.
Sería un gran don de la imaginación histórica poder ver todo lo que ha sucedido
como si estuviera sucediendo o estuviera a punto de suceder. Esto se puede
aplicar tanto a la historia, a la literatura como a la política.
Admirar a Miguel de Cervantes sólo
como una antigüedad es estúpido, es tonto. Pero admirar a Miguel de Cervantes como
una novedad sería una visión auténtica y una recreación del pasado. No creo que
sea cometer una injusticia si tratamos de comprender algunos de los
sentimientos de nuestros antepasados con respecto a sus ideas, y así aprendemos
a ver ese pasado como debió ser realmente.
La mayoría de las ideas no se
hacen añejas, somos nosotros lo que nos hacemos añejos, lo que es excusable con
frecuencia, pero ni aun entonces tenemos por qué burlarnos de su antigüedad.
Buenos días.
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