viernes, 23 de febrero de 2018

Viernes. 23 de febrero de 2018.


Viernes. 23 de febrero de 2018
“En un mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces”. J.H.N. 
Ahora que se acerca la paella del 3 de marzo miro con nostalgia aquellas otras paellas que celebrábamos hace ya tantos años, y me pregunto si acaso no será del todo recomendable recordarlo. 
Ahora en mi balcón vuelve a hacer frío; 6,6 grados, como ya sabéis para mi frío, que ganas tengo que llegue la primavera. 
Tener nostalgia de algo no tiene porque ser malo, pero si la nostalgia tergiversa y embellece el pasado sin comprenderlo correctamente no debe ser muy buena, en cambio, una nostalgia es benéfica cuando recoge del pasado lo bueno. 
Existen, entonces, nostalgias malas y nostalgias buenas. Una persona puede mirar su pasado e idealizarlo sin respeto a la verdad, mientras lamenta su situación presente hasta el punto de no reconocer las oportunidades que ella ofrece. 
O también esa persona puede analizar lo pasado y ver que ha habido cosas buenas que merecen ser potenciadas, y errores que necesitan corregirse. Incluso llegará a esa nostalgia sana que sirve para recuperar tesoros antiguos que valen siempre. 
No resulta fácil comparar correctamente el pasado con el presente, ni evitar nostalgias erróneas.  ¿Con qué nostalgia nos vamos ha encontrar el 3 de marzo?
Ahora estoy lleno de recuerdos felices; y éstos –estoy seguro- se convertirán en nostalgia. Morriña de aquellos años cuando éramos tan jóvenes. Nostalgia de aquellas sonrisas que tanto he visto en vosotros, nostalgia del entusiasmo que poseíamos. Nostalgia de la esperanza en los ojos de aquellos jóvenes de hace 40 años. Nostalgia de la fe y de la alegría con la que nos preparábamos para vivir la vida. 
Tengo la certeza de que aquellos jóvenes estarían contentos de ver donde han llegado, y ahora nos toca comportarnos como personas inteligentes, porque inteligente es aquél que sabe dónde quiere ir, y como, y mucho más inteligente aún, el que sabe dónde ya no tiene que volver.

Feliz y Dulce Día.

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