Martes 27 de febrero de 2018.
“En un mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir
es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces”. J.H.N.
Nos encontramos con un día
gris y con un poco de lluvia, o sea un mal día, y con una temperatura en mi
balcón de 10,4 grados, en fin lo sufriremos con paciencia.
Hay un tema que lleva días
dando vueltas por ahí, la libertad de expresión y su utilización, y veo que mucha la gente no tiene claro que
es lo que significa. Hay infinidad de casos estos días, a los que no me voy a
referir en concreto, pues lo que quiero resaltar es que mucha gente no esta defendiendo
la libertad de expresión, sino que esta defendiendo el privilegio de su grupo a
expresarse como guste.
Y es que todos, deberíamos de
estar de acuerdo que la universalidad de la libertad de expresión no existe
para salvaguardar lo que nos agrada, sino para proteger de la censura a aquello
que a cada cual le ofende.
Ya se que actualmente, se
exige, como algo obvio, libertad absoluta para expresarse en público. Pero
haremos bien en pensar de dónde nos viene tal derecho.
A mi entender, tenemos derecho
a pedir libertad para expresarnos porque somos seres personales que crecen
abriéndose al entorno y creando formas de vida comunitaria. Esta condición
personal-comunitaria nos exige colaborar al bien común. De aquí se infiere que
ejercer el derecho a la libertad de expresión para dañar el desarrollo personal
de otras personas constituye una contradicción flagrante.
Libertad de expresión no es libertad para ofender, no
existe una supuesta libertad para ofender, que por otra parte se revela
destructiva y generadora de violencia y división, y resulta, al menos de una
gran incultura o de mala educación.
Algunos piensan que la
libertad da derecho a hacer lo que les apetezca, sin reflexionar sobre sus
consecuencias, y es que el hombre no es más libre cuando se deja llevar por sus
pasiones: romper escaparates, gritos insultantes, herir o molestar a otras personas,
etc. Esto es más bien propio de personas que ignoran su dignidad, se rebajan
perdiendo el dominio de sí mismas y demostrando una inmadurez clamorosa.
Y la libertad es otra cosa. La
libertad es la capacidad del hombre de decidir por sí mismo; es propia del ser
inteligente y tiene por objeto y fin el BIEN.
Feliz y Dulce Día.
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