Miércoles.
14 de febrero de 2018.
“En un mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir
es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces”. J.H.N.
Hoy en mi balcón me encuentro
con los 13,4 grados y con algo de viento por lo que espero que si calma un poco
vamos a tener un buen día.
Hace días leí la siguiente noticia:
Y, no es normal, no es natural,
no es el resultado de algo que tengamos las personas en nuestra naturaleza. Los
chavales de edades tan tempranas comprendo que puedan ser maleducados, y demasiados
lo son, que lleguen a ser violentos, que reaccionen con irritación a la frustración,
pero difícilmente violarán a una niña, y menos todavía sodomizarán a un pequeño.
Que además por su edad son inimputables.
Para eso se necesita un
entorno propicio que los haya mentalizado, directa o indirectamente.
Pienso que se necesita de
familias que hayan dimitido en la educación de sus hijos y que sean incapaces
de formar su carácter en valores morales. Y siento decirlo, pero es la demostración
del error palpable de nuestro sistema educativo, que no de enseñanza, inhábil
en contribuir a formar integralmente a la persona, y a situar en esta integralidad
la dimensión sexual, la responsabilidad que comporta y su articulación con la
maduración personal que acompaña a la edad.
Significa, y eso es terrible,
la consecuencia obvia de la separación radical entre sexo y amor, a la que
nuestra sociedad, la de la desvinculación, ha apostado con fuerza ciega. Pero
quien siembra tormentas recoge tempestades, y esa tempestad del sexo, de violencia
sexual, es la que ahora se está recogiendo.
Es el fracaso de la sociedad
española, porque también es la comunidad quien educa, y a la cabeza de ella los
políticos, porque carecen del valor moral y político necesario para presentar
una alternativa; seguramente la desconocen.
Feliz y Dulce Día.
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