miércoles, 21 de febrero de 2018

Miércoles. 21 de febrero de 2018.


Miércoles. 21 de febrero de 2018.
“En un mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces”. J.H.N. 
Muy Bien, nos encontramos ante un día gris, de esos días en los que los que nos alimentamos de la luz del sol estaremos tristes y tal vez lleguemos a estar melancólicos, y aunque la temperatura en mi balcón es de 13,3 grados la fuerte humedad hace que haga más frío. 
Ayer me réferi algunas veces a los derechos y me surgió durante el día la siguiente pregunta: ¿Tenemos derechos porque aceptamos vivir en una sociedad, o los derechos existen antes de “entrar” en un grupo social? 
Según mucha gente, en sociedades pluralísticas resultaría imposible compartir principios éticos, porque las personas y los grupos piensan y actúan desde premisas diferentes y, en ocasiones contrapuestas. 
Vamos a poner algún ejemplo, así, quienes aceptan una fe (cristianos, judíos, musulmanes, etc.) piensan a partir de premisas teológicas con las que luego elaboran propuestas morales que dependen de tales premisas. 
 En cambio, quienes no tienen ninguna fe religiosa, por ejemplo agnósticos o ateos, piensan y viven según otras premisas, de tipo filosófico, cultural, etc. 
Entonces, ¿cómo pueden convivir personas con mentalidades a veces muy diferentes? Pueden decir que, a través de una especie de acuerdo con el que se renuncia a imponer las propias creencias a los que piensan de modo diferente. Muy Bien. 
Ese acuerdo crearía un espacio social donde quedase garantizado el derecho de cada uno a no sufrir violencia indeseada por parte de otros.  
El problema que surge, ante estas propuestas, es el siguiente: ¿y qué ocurre con las personas que no aceptan tal acuerdo? ¿Quedan privadas de sus derechos?  
Y aquí esta la cuestión, que ya veremos si mañana la podemos contestar.

Feliz y Dulce Día.

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