Jueves. 22 de febrero de 2018.
“En un mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir
es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces”. J.H.N.
Ha vuelto el frío, por lo
menos en mi balcón después de algunos días volvemos a estar por debajo de los
dos dígitos, en concreto a 8,5 grados.
Supongo que cada uno de
vosotros tendrá una respuesta para las preguntas de ayer, habrá quien pensará
que las personas que no aceptan ese acuerdo no podrían reclamar sus derechos
precisamente por haber quedado fuera del acuerdo social básico.
En realidad, si lo pensáis un
poco, los derechos son propios de los individuos, sea que acepten un modelo
social, sea que lo rechacen.
Esto es difícil de aceptar para
quienes no logran entender que resulta posible un pensamiento filosófico capaz
de reconocer y demostrar que todo ser humano, desde que inicia a existir hasta
que muere, tiene una dignidad propia, independientemente de lo que piense o
haga.
Y es que, los derechos básicos
son propios de cada individuo, lo cual vale cuando uno decide vivir en una
sociedad con leyes más o menos definidas, y también cuando uno opta por vivir
de modo asocial (como ocurre con algunas minorías o con personas que
vagabundean en tantos lugares del planeta).
Tenemos que entender que frente
a pensadores que supeditan la tutela de los derechos a la pertenencia a un
grupo social organizado, hace falta reconocer y defender la dignidad de cada
hombre, de cada mujer.
La solución esta en la
dignidad de la persona, tal dignidad es la fuente para construir un mundo más
justo e inclusivo. Un mundo en el que no habrá espacio para mentalidades
discriminatorias, y en el que se promoverán actuaciones solidarias y abiertas,
especialmente respecto de los más débiles y vulnerables.
Muy Buenos Días.
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