19 de marzo de 2024.
“Dicen que los
viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K.
Chesterton)
Sobreiro –
Peniche.
Distancia: 69,12
km. Media: 11,98 km/m. Altura: 788 m.
Segundo día de
ciclo-viaje, y aunque las piernas deberían ir mejor, no ha sido así, las agujetas
de la media maratón de Lisboa del domingo y las fuertes subidas de Sintra de
ayer han sido las causantes de que estuviera mejor pedaleando que caminando, lo
que unido a lo duro del recorrido de hoy, me hace decir que hoy ha sido un día difícil
pero con un paisaje esplendido.
Por lo tanto de magnífico
podría clasificar este día, un día con una excelencia singular que reúne muchas
de las mejores cualidades del ciclo-viaje: lugares espectaculares que admirar y
una meteorología aceptable.
Los que andamos
metidos en este mundo de los viajes en bicicleta, nos damos cuenta de que, de
cuando en cuando, nos invade la necesidad de sorprender a lo grande, a lo
espectacular, y así mantener despierto el «deseo de más». No es de extrañar:
esto es el claro reflejo de lo que hoy vivimos. En cuanto llevamos muchos años
viajando en bicicleta, llega un momento en que nos asalta el tedio. Entonces
sentimos que hay que buscar otra sensación que nos devuelva la ilusión. Pasa
igual con las relaciones, con los compromisos… Es la era del «saltar de acá
para allá»: de post en post en las redes, de canal en canal en la tele… Nos
enganchamos a lo sorprendente, lo nuevo, lo variado, lo que nos cambie el rumbo
de golpe.
Todos los años,
próximos al verano, nos devanamos los sesos para ver a dónde vamos a llevar nuestra
bicicleta para vivir una experiencia que no olvidaremos jamás, que nos remueva
todo como nunca, que nos despeine el alma, nos descoloque…Nos convertimos de
alguna manera en locutores entonando el «¡más difícil todavía!».
Por una parte, es
normal que actuemos así. No podemos venir con el mismo viaje de siempre
creyendo que lo que funcionó va a seguir funcionando tal cual. Hay que innovar,
actualizar, revisar.
Pero otra parte
de mí piensa que, de esta forma, nos olvidamos de recordar que también en lo
pequeño y repetitivo de cada día reside la belleza de la vida. Es fundamental
empezar a ver lo esplendido de un viaje en lo rutinario. Opino que gran parte
de nuestra misión como personas está también en llenar nuestra rutina diaria con
las sensaciones de un viaje en bicicleta.
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