“Hay una importante diferencia entre no entender una cosa y malentenderla”. G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Desde hace más de un mes tenemos un
problema, los agricultores en España y en Europa han salida a la calle para
protestar. No quiero empezar por dar los motivos por los que los apoyó o no, no
creo que esta sea la entrada para eso. Quisiera ver el problema desde otro
punto de vista, desde el punto de vista del que se siente silenciado y olvidado,
pues no aparecen ni en la prensa ni en el mundo de la cultura, tampoco están en
la boca de nuestros políticos a menos que corten carreteras. Si lo pensamos un
poco veremos que están olvidados por nuestra sociedad.
Hay que tener en cuenta que son personas
que no sólo han visto cómo sus hijos se marchan a las capitales, sino que están
viendo como sus vecinos son cada vez viejos y van a pasar sus últimos días
solos, y como llevan años observando a sus pueblos ir desapareciendo por el
abandono y el olvido.
El progreso o mejor dicho el progresismo
ha dado la espalda al campo, se le considera un mundo atrasado al que siempre
se menosprecia y al que se mira desde arriba, viéndolo como inferior. Su estilo
de vida y su riqueza cultural, en el fondo, se ve de segunda categoría. Y además
se le está culpando de muchos de los males de hoy y ofendiendo continuamente su
modo de vivir.
Y de esta manera llevamos décadas, llevamos
demasiado tiempo ignorando cuáles son sus orígenes y considerando ridículas muchas
de sus realidades a las cuales el hombre de ciudad vuelve cuando busca paz,
reposo y cuando necesita olvidar que no todo en esta vida es trabajar y que
necesitamos de vez en cuando respirar aire puro. Hemos olvidado todo lo que nos
lleva enseñando desde siempre el campo como escuela de vida.
Espero que, con estos días de
manifestaciones, justificadas o no, nos demos cuenta de todo lo que la vida rural
nos da. No solo eso, sino que podamos dedicar un tiempo para pensar y valorar
que el campo y su gente no nos son sólo útiles por su aportación a nuestra
cesta de la compra, sino que son valiosos en sí mismos y que como a todas las
personas las debemos de cuidar y sobre todo apreciar.
En fin, el campo se siente solo, incomprendido
y harto. Y nos está diciendo que la Política Agraria Común tiene muchos puntos
negros y que el objetivo de proteger el Medio Ambiente impone, entre otras
cosas, barbechos, prohibición de algunos productos fitosanitarios y una
burocracia asfixiante. Y, sin embargo, tienen problemas más enredados.
Me refiero a la importación de otras
regiones del mundo de productos del campo para complementar nuestro mercado. Esos
alimentos se consiguen con sueldos más baratos, con subvenciones y con menos obligaciones
en la seguridad sanitaria. Y, esto ha hecho que existan dos mercados alimentarios:
los productos no europeos son más baratos y de peor calidad, los productos
europeos, en principio son más caros, pero de mejor calidad.
Al menos es necesario que se nos informe
mejor y con más precisión de cada producto y creo que resultaría interesante recapacitar
hasta qué punto es conveniente una globalización total de la agricultura pues
nos hemos dado cuenta de que estar abastecidos por terceros países no siempre
se puede dar por descontado. Son problemas enredados que requieren diálogo,
huir de la instrumentalización partidista y aportar toda seriedad posible por
todas las partes.
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