miércoles, 27 de marzo de 2024

¡Buenos días! Un tema cíclico.

     “Un político en la oposición es un experto en los medios que hay que poner para lograr algo, pero si está en el poder es un experto en los obstáculos que se lo impiden”.  G. K. Chesterton) 

¡¡¡Buenos días!!!  

Cada mañana me levanto con preguntas, no lo puedo evitar, preguntas que aparecen muchas veces como recuerdos de razonamientos no terminados del día anterior. Hoy una pregunta retórica: ¿Quién soy yo para determinar que unas vidas valen más que otras?

Si ahora empiezo a hablar de la vida de una persona podrá parecer que voy a meterme en un tema ideológico, pero en realidad se trataría de hablar de la dignidad de la persona. ¿Cómo voy a justificar una muerte o un derecho a vivir con la escusa de defender una supuesta libertad? Y es que en esta cuestión no entra en juego mi libertad, está en juego el valor de la vida, y, es más, de la vida de una persona en particular, en cada una de sus formas. No puedo menospreciar el valor de la vida con el pretexto de que es necesario para que nuestra sociedad progrese, no se puede llegar a la conclusión de que de esta manera se gana libertad. Y es que la libertad va unida al bien, es inseparable de él.

Si lo pensamos veremos que la probabilidad de que estemos vivos por lo pequeña que es, parece un milagro, y si lo consideramos bien veremos de qué se trata de nuestro bien más preciado y lamentablemente en estos días el desprecio hacia la vida se está convirtiendo en una tendencia.

Se trata de un tema que cíclicamente vuelve a mi cabeza, y vuelve una y otra vez porque quizás es uno de los puntos en los que no solo se confrontan las ideologías, sino que se trata de una de esas ocasiones donde se ven las propias y múltiples contradicciones de nuestro tiempo.

No habéis notado cómo muchas veces nos fijamos más entre lo que un juez o una mayoría decide o sea si es legal o ilegal y nos preocupamos de si se trata de algo bueno o malo en sí mismo. Lo que en realidad estamos haciendo es olvidarnos de hacernos preguntas más importantes, no nos interesa saber si la libertad puede estar a favor o en contra de la vida. No nos interesa responder a ¿qué vale más: la vida de un no nacido o la posibilidad de decisión de una madre? No somos capaces de ver una incompatibilidad en llevarnos las manos a la cabeza por el desprecio a la vida que estamos viendo cada día en las guerras y olvidarnos por completo de las futuras personas que pueden vivir en nuestra sociedad.

Sin darnos cuenta, poco a poco hemos convertido a las personas en un cuerpo que no tiene dignidad y polémica tras polémica y ley tras ley no hemos olvidado de que somos personas con cuerpo y alma, y que la vida no puede basarse sobre dimensiones únicas como la libertad o el placer, por muy importante y necesarias que puedan ser.

En fin, nos encontramos delante de un sistema que es capaz de poner fin a vidas humanas escondiéndose detrás de valores como el derecho, la ley o la libertad.

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