viernes, 2 de febrero de 2024

¡Buenos días! Salir de nuestra comodidad.

     


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton) 

¡¡¡Buenos días!!!

Han pasado varios meses desde que escribí algunas palabras sobre viajar, sobre todo en bicicleta y, va siendo hora de volver a pedalear para ir preparando los viajes que podamos hacer esta primavera y sobre todo en verano.

Por mucho que lo preparemos un ciclo-viaje siempre estará envuelto en el misterio. Entre las circunstancias que hay en cada viaje y aquellas cosas que no dependen de nosotros siempre hay un algo desconocido que hace que el viaje y que el mundo que lo rodea tenga su propio encanto.  

Todos los viajes van a ser así. Viajamos en un espacio que ya ha sido dispuesto por otros, y a nosotros nos toca descubrirlo. Lo averiguamos en nuestra primera excursión, y el asombro ante el encanto de lo real nos maravilló, disfrutamos más que cuando lo imaginábamos, era real. Cada uno de nosotros tiene ante un recorrido un viaje propio que le toca descubrir. Esos caminos, esas carreteras, los senderos, todos esos kilómetros que combinamos para formar nuestros itinerarios, están dispuestos para todos los ciclo-viajeros, pero de tal manera que hasta habría valido la pena crearlos para que tan solo un ciclista los recorriera.  

El encanto que trae el misterio de nuestro viaje, del viaje personal, es algo que el ciclo-viajero siempre está buscando porque su viaje, además de suceder en un lugar ya establecido, también discurre en un tiempo limitado en el que se enfrenta a sufrimientos, a situaciones abiertas a lo que no esperábamos, y en ese tiempo, en esas circunstancias el ciclo-viajero tiene la tarea de realizar su propio viaje.

La actitud de descubridor que aprendimos en nuestro, ya lejano, primer viaje, puede ir menguando con los años y corremos el peligro de dejarlo un poco de lado. Si lo propio de esta actitud consiste en estar abierto a conocer lo insospechado, estar dispuesto a la aventura, con el tiempo el ciclo-viajero puede abocarse hacia todo aquello que domine, que le de confort y seguridad.

La confianza que teníamos en el misterio de cada viaje, que estaba por descubrir, corre el peligro de ser reemplazado por la confianza en la razón. El ciclo-viajero moderno parece que ya no quiere pensar en lo que escapa de sus manos, ya no se abandona ante su insignificancia. Pero cuando todo depende de nosotros se escapan de nuestro radar aquellas situaciones que superan nuestra razón y, qué al mismo tiempo, encantan nuestra vida.

Lo que tenemos que hacer es salir de nuestra comodidad, desafiar nuestra razón y nuestro afán de seguridad y comenzar a confiar en que encontraremos al què me ayude a descubrir lo que le da encanto al mundo y a mi propia vida.

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