“El pesimismo no consiste en cansarse del mal sino del bien”. G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Te levantas una mañana preocupado por la
economía, empiezas a leer, una cosa lleva otra, vas tirando del hilo y casi sin
darte cuenta ha pasado una semana y solo te has preocupado de lo bueno y malo
que tiene la economía. Y no te has dado cuenta de que todos los días te
encuentras con la posible solución a todos esos dolores de cabeza económicos.
Tal vez en esa frase que repetimos tanto de “Danos hoy nuestro pan de cada día”
estamos expresando el deseo de tener lo que necesitamos para vivir. Que solo
con eso ya tenemos lo suficiente para poder vivir dignamente.
Si voy tirando de ese hilo me doy cuenta
de que ese es el mejor objetivo económico que pueda plantearme y, no solo a
nivel personal sino también para toda la sociedad. Si muchos de nosotros
pensamos que lo mejor que podemos pedir es tener lo suficiente para vivir,
entonces porque queremos tener más y más. ¿Por qué nos desesperamos en tener siempre
más?
Una buena opción económica podría ser
entonces anhelar lo suficiente, lo que nos permita vivir de una manera digna y
organizar nuestra sociedad y nuestra vida para que esto sea posible, para que
todos podamos tener al menos lo suficiente. De lo que se trataría es de poner todo
el sistema económico al servicio de ese objetivo.
La mayoría de nosotros tenemos más o
menos un proyecto de vida que nos inspira y nos muestra la dirección hacia la
que encaminar nuestros pasos. Este horizonte que marca todos los aspectos de
nuestra vida también lo debería hacer en la parte económica. Y es que, la
economía es una actividad humana y, como todo lo que forma parte de nuestro ser
nos debe ayudar a encontrar la mejor manera de afrontar los desafíos de nuestra
existencia.
Muchas personas pueden pensar que la
economía y nuestro proyecto de vida son cuestiones totalmente separadas, que no
tienen nada que ver entre sí, que nuestras ideas morales no pueden aportar
ninguna pista sobre cómo funciona o debería funcionar la economía, y que esta
no influye nada en nuestros ideales porque tiene una entidad propia que es
independiente de los valores que tengamos y que no interactúa con ellos.
Si miramos en las corrientes económicas que
nos encontramos en el mundo hoy en día, veremos que tienen esa opinión, pues
todas consideran a la economía como una ciencia en la que no tiene cabida la ética,
en la que los valores o la opinión son irrelevantes. Esto ha conseguido que
nosotros pensemos que nuestras sencillas opciones económicas deben acoplarse a
las grandes “leyes económicas” que rigen nuestro mundo. Se nos asegura y casi
nos convencen de que solo con esas “leyes económicas” pueden garantizarse unos
resultados adecuados. Y que fuera de esas normas solo hay desastres económicos,
por lo que nuestra forma de entender la vida debería de enmarcarse fuera de los
asuntos económicos, y no en ellos.
No estoy de acuerdo, si la
economía está dirigida a mejorar la vida de las personas, todo aquello que
hacemos los hombres no puede apartarse de esa dimensión ética. Por lo tanto, la
economía tiene, en su propia raíz, una dimensión humana que hace que no se
pueda desligar de los valores, de la visión del mundo que se tiene y de las
cuestiones éticas en su conjunto.
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