“No discutamos si es mejor ir hacia adelante o hacia atrás, sino discutamos cuál es el mejor sitio al que debemos ir. No discutamos si es mejor permanecer donde estamos sino si realmente hemos encontrado el mejor lugar para permanecer en él”. G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Si sigo por la misma senda que viene de
la entrada de ayer tengo la impresión de que me llevará a cuestionarme el:
¿Para qué utilizo mi libertad? Una libertad que poseo por ser dueño de mí mismo
y, en consecuencia, ser dueño de mis manifestaciones y acciones, que al final
son guiadas por mi voluntad. Cuando aplico mi voluntad lo que estoy haciendo es
ejercer mi libertad.
Veamos, tengo la capacidad de decidir,
de hacer planes y cumplirlos, pero, en cambio, si evito tomar decisiones
concretas y comprometedoras, no soy yo quien escribo mi historia ya que me dejo
llevar por las circunstancias, no ejerzo mi libertad.
Todos tenemos alguna idea general sobre
nuestra vida, aunque nunca nos hayamos parado a reflexionar sobre ella. Todos,
de alguna manera, tenemos un proyecto existencial, puede darse el caso de que
sea muy profundo o tal vez superficial, pero en él figuran nuestras ideas sobre
la familia, la cultura y la política, nuestros principios morales y creencias
religiosas.
Entonces lo que solemos hacer es
utilizar nuestra libertad para alcanzar nuestro proyecto existencial, pues en
caso contrario solo la utilizaremos para cosas insignificantes. Una libertad
cuyo único argumento consiste en la posibilidad de satisfacer necesidades
inmediatas, no es una libertad humana, se parece más a unas tomas de decisiones
que se quedan en el ámbito animal y que solo se usan para sobrevivir. O sea,
nuestra libertad, la libertad en general se mide por aquello a lo cual van dirigidas
todas sus decisiones. Por lo tanto, cuánto más grande sean nuestras
aspiraciones, más grande es la libertad.
Somos felices y nos sentimos realizados
cuando hemos conseguido acercarnos a nuestra verdad personal, a nuestro
proyecto de vida. Nos “hacemos” a través de nuestros actos, pero de nuestros
actos libres. Nosotros pintamos el cuadro de nuestra vida, no solo hacemos
cosas, sino que nos hacemos a nosotros mismos.
Si lo pensamos, veremos que nuestra vida
no es algo que nos han regalado una vez y ya está. Es un quehacer diario, un
proyecto, que tenemos que conseguir alcanzar. Por eso es tan importante tener
un buen proyecto de vida o mejor dicho un gran proyecto de vida. Y un gran
proyecto de vida implica hacer las cosas bien y hacer el bien no solo para
nosotros si no para todos los que nos rodean y por lógica cuanto más hacemos el
bien, nos hacemos más libres.
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