domingo, 18 de febrero de 2024

¡Buenos días! ¡Conmigo que no se cuente!

     “No discutamos si es mejor ir hacia adelante o hacia atrás, sino discutamos cuál es el mejor sitio al que debemos ir. No discutamos si es mejor permanecer donde estamos sino si realmente hemos encontrado el mejor lugar para permanecer en él”. G. K. Chesterton)


¡¡¡Buenos días!!!

Tenemos la impresión, al menos yo la tengo, de que los remedios que se están tomando en muchos de los problemas que padecemos son insuficientes o inadecuados.

Nos damos cuenta, a veces con un poco de exageración, de los males que nos acechan, pero los remedios suelen ser poco eficaces. Podemos ver como cada día se hacen protestas, manifestaciones, se condenan hechos, lo que, por supuesto puede estar bien y ser digno de elogio, pero su eficacia está lejos de ser evidente.

Se nos dice y vemos que hay graves problemas sociales, muchos de ellos, me atrevería a decir que son morales, pero se los estudia, se los analiza y se intentan superar casi sin buscar el origen, el lugar en el que aparecen y nacen, y donde podría estar el remedio. En ese lugar no se mira, es más se aparta la vista y me atrevo a decir que por miedo a descubrir las verdaderas causas, o a molestar a los que participan en ellas. O sea, buscamos las soluciones en un lugar donde nunca han estado los problemas.

Sabemos que existen muchas conductas indebidas, inconvenientes, que son dañinos y resueltamente inmorales que se deben a una pérdida de la moralidad; pero poca gente se atreve a hablar de ello, por miedo a enfrentarse con la verdadera cuestión y darse cuenta de que no están de acuerdo con las ideas que defienden. Habría que pasar algún tiempo mirando algunas actitudes que son aceptadas por la mayoría de la opinión pública pero que son constantemente puestas en ridículo por grupos que cuentan muy poco, pero que imponen sus criterios.

Si se quiere lograr la solución de muchos de esos problemas tendríamos que dirigir nuestros esfuerzos en centrarnos en las personas, en su realidad, sobre su inteligencia, su capacidad de razonar, su ignorancia, que por muy inmensa que pueda ser siempre es superable, su sentido moral que seguramente se encuentre adormecido o aletargado por la propaganda. Es desde aquí donde se puede hacer que cada persona sea capaz de ver su realidad, llevarla a que se descubra a sí misma, a que sepa rectificar, a vivir desde sí misma y no desde lo que le dicen a través de los grandes recursos de propaganda, que dicho sea de paso son los más grandes que han existido nunca para manipular a las personas.  

Ya sé que las personas organizamos y acudimos a protestas multitudinarias, y que son difícilmente objetables, pero nos tendríamos que preguntar si sirven de mucho, o al menos de algo y, si no son muchas veces una fiesta que sirve para adormecer nuestra sensibilidad o conciencia moral e intelectual.

Cuando analizamos las causas de muchos problemas sociales pensamos en las personas o grupos que los “hacen” y se nos olvida lo que puede ser más importantes: los que “los hacen posibles”. Se nos pasa por alto, se olvida lo está en el centro del problema. Hay que evitar relacionarse con lo que es la causa de lo que nos hace daño, de lo que nos causa problemas, nos oprime o nos destruye. Este debería se el punto de partida para solucionar el problema. Cada una de nuestras vidas, por poca importancia que parezca que tenga, tiene que evitar toda conexión, participación o apoyo con lo que nos parece indeseable.

Aislar las causas, y personalmente no relacionarnos con ellas y sus orígenes es de las pocas cosas que pueden eliminar las consecuencias. No sirve decir que no somos importantes, estoy convencido de que la mía tiene una importancia casi nula, pero al menos no voy a colaborar, conmigo que no se cuente.

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