“No discutamos si es mejor ir hacia adelante o hacia atrás, sino discutamos cuál es el mejor sitio al que debemos ir. No discutamos si es mejor permanecer donde estamos sino si realmente hemos encontrado el mejor lugar para permanecer en él”. G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Tenemos la impresión, al menos yo la
tengo, de que los remedios que se están tomando en muchos de los problemas que padecemos
son insuficientes o inadecuados.
Nos damos cuenta, a veces con un poco de
exageración, de los males que nos acechan, pero los remedios suelen ser poco
eficaces. Podemos ver como cada día se hacen protestas, manifestaciones, se
condenan hechos, lo que, por supuesto puede estar bien y ser digno de elogio,
pero su eficacia está lejos de ser evidente.
Se nos dice y vemos que hay graves
problemas sociales, muchos de ellos, me atrevería a decir que son morales, pero
se los estudia, se los analiza y se intentan superar casi sin buscar el origen,
el lugar en el que aparecen y nacen, y donde podría estar el remedio. En ese
lugar no se mira, es más se aparta la vista y me atrevo a decir que por miedo a
descubrir las verdaderas causas, o a molestar a los que participan en ellas. O sea,
buscamos las soluciones en un lugar donde nunca han estado los problemas.
Sabemos que existen muchas conductas indebidas,
inconvenientes, que son dañinos y resueltamente inmorales que se deben a una
pérdida de la moralidad; pero poca gente se atreve a hablar de ello, por miedo
a enfrentarse con la verdadera cuestión y darse cuenta de que no están de
acuerdo con las ideas que defienden. Habría que pasar algún tiempo mirando
algunas actitudes que son aceptadas por la mayoría de la opinión pública pero
que son constantemente puestas en ridículo por grupos que cuentan muy poco,
pero que imponen sus criterios.
Si se quiere lograr la solución de
muchos de esos problemas tendríamos que dirigir nuestros esfuerzos en
centrarnos en las personas, en su realidad, sobre su inteligencia, su capacidad
de razonar, su ignorancia, que por muy inmensa que pueda ser siempre es
superable, su sentido moral que seguramente se encuentre adormecido o
aletargado por la propaganda. Es desde aquí donde se puede hacer que cada
persona sea capaz de ver su realidad, llevarla a que se descubra a sí misma, a
que sepa rectificar, a vivir desde sí misma y no desde lo que le dicen a través
de los grandes recursos de propaganda, que dicho sea de paso son los más grandes
que han existido nunca para manipular a las personas.
Ya sé que las personas organizamos y
acudimos a protestas multitudinarias, y que son difícilmente objetables, pero
nos tendríamos que preguntar si sirven de mucho, o al menos de algo y, si no
son muchas veces una fiesta que sirve para adormecer nuestra sensibilidad o
conciencia moral e intelectual.
Cuando analizamos las causas de muchos
problemas sociales pensamos en las personas o grupos que los “hacen” y se nos
olvida lo que puede ser más importantes: los que “los hacen posibles”. Se nos
pasa por alto, se olvida lo está en el centro del problema. Hay que evitar
relacionarse con lo que es la causa de lo que nos hace daño, de lo que nos
causa problemas, nos oprime o nos destruye. Este debería se el punto de partida
para solucionar el problema. Cada una de nuestras vidas, por poca importancia
que parezca que tenga, tiene que evitar toda conexión, participación o apoyo
con lo que nos parece indeseable.
Aislar las causas, y personalmente no
relacionarnos con ellas y sus orígenes es de las pocas cosas que pueden
eliminar las consecuencias. No sirve decir que no somos importantes, estoy
convencido de que la mía tiene una importancia casi nula, pero al menos no voy
a colaborar, conmigo que no se cuente.
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