“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
He empezado a preparar la bicicleta para
comenzar una nueva excursión, corta, 4 días, pero que debe servir para
comprobar cómo funcionan los arreglos que hemos hecho en nuestro material.
No he parado de salir en bicicleta, al
menos lo he hecho una vez por semana, lo que significa que no estoy preocupado
por la condición física sino por el material que he repuesto, con la finalidad
de mejorar un poco la calidad del viaje. Sin duda, he aumentado el peso total
de todo el equipaje, pero prefiero un poco más de comodidad que algún kilo de
menos.
Ya sé, que ir ligero es muy cómodo, pero
eso sólo será verdad si lo que quieres es mantener una determinada velocidad,
pero cuando la velocidad prácticamente no cuenta el peso tampoco.
Voy a llevar luces nuevas, con más
potencia y mayor duración, o sea más peso.
Voy a doblar la capacidad de la batería
externa, o sea más peso.
Voy a llevar un cargador de mejor
calidad y mucho más rápido, o sea más peso.
No he querido saber de cuanto peso estoy
hablando, pero como he comentado antes lo que me interesa en este apartado de “electrónica”
es no estar tan pendiente de estar cargando todo el material eléctrico, pues ya
sabréis el tiempo que nos pasamos en los aseos de los campings y las horas que estamos
en las cafeterías de los supermercados o grandes superficies. De lo que se
trata es de tener un poco más de libertad y tiempo para disfrutarla.
Soy de la opinión de que hay que conservar
todo el material que sea posible y mejorarlo en aquellos apartados que más nos
interese. Podría haber dejado las cosas como estaban y solo haber reparado o
sustituido lo que se estropeo y me hubiera ahorrado muchos dolores de cabeza.
Sin embargo, no lo he hecho. Al contrario, he ido a buscar lo que espero que
sean buenas soluciones a toda la lista de problemas que confeccione durante el
último viaje.
Recuerdo ahora mi primer viaje, con una
sencilla bicicleta y un material suficiente para viajar y descansar cada día,
fue un agradable viaje, sencillamente extraordinario. Al siguiente, me di
cuenta de que había que realizar algunos cambios pues el material era muy
simple y se tenía que reponer, y aproveché la oportunidad y lo mejoré, y podía
descansar y pedalear mejor. Al año siguiente ya no me lo pensé, directamente me
fui a completar el material que tenía con otro un poco mejor, para que ese
viaje fuese aún mejor.
Y así durante varios años, cada año una
pequeña mejora, y hace unos cinco años, estuve buscando y estudiando cómo hacerlo
durante varias semanas y que casi me volví loco, y al final lo tuve que
comenzar con el mismo material que el año anterior y, el viaje resulto igual de
maravilloso.
Comprendí entonces, que hay sensaciones y
sentimientos que nada tienen que ver con lo material ni mucho menos con el
material que llevamos, desde entonces veo el viaje en bicicleta de otra manera.
Comprendí que era imposible controlar el resultado. Nunca más he vuelto a intentar
controlarlo. Dejo al viaje ser viaje.
El viaje en bicicleta se cruza conmigo
una o dos veces al año y en el 99% de las veces me llena de satisfacción y alegría,
a veces aún tengo la tentación de controlarlo y manejarlo a mi antojo, y el
recuerdo de esos diez días de julio de 1992 me dicen que no hacen falta muchas
de las cosas que llevo en mis alforjas, sin embargo las llevo pues los tiempos
han cambiado y no hay porque renunciar al mapa GPS si se puede tener la
capacidad económica de poderlo llevar, qué la esencia del ciclo-viaje nada
tiene que ver con eso, es otra cosa.
He buscado tantas veces las palabras
para describir esas sensaciones, esa otra cosa, que tengo el presentimiento de
que no existen, ¿qué palabras pueden describir lo que solo yo siento? Me las
tendría que inventar y estoy seguro de que no tengo esa capacidad. En fin, es otro
tema.