“Si encuentro en mí mismo deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única lógica explicación es que fui creado para otro mundo.” C. S. Lewis.
Las
últimas imágenes, aunque son de una excursión en bicicleta, no son con ninguna
de mis bicicletas. La he pedido prestada para recorrer los alrededores de
Onteniente. Y es que he pasado las Navidades fuera de mi casa habitual, a la
que vuelvo para despedir el año.
Hoy voy a despedir el 2021 y, sin más remedio
comenzaré 2022, y como siempre que comenzamos algo nos llenamos de entusiasmo.
Ya sea un año nuevo, un nuevo trabajo, un nuevo viaje, una nueva ilusión, siempre
la novedad trae consigo esperanzas y expectativas. Siempre que ponemos una
“primera piedra” nos resulta relativamente sencillo. Pero poner “la última
piedra” no es tan fácil. Poner la última piedra es tal vez el acto más importante,
pues señala la importancia de terminar aquello que comenzamos con ilusión y que
no lo hemos dejado a medias.
Hoy, se
dan un par de circunstancias: la alegría de comenzar un nuevo ciclo, pero
también la tristeza de ver que no termine algunas de las cosas que me propuse.
Sin embargo, no puedo permitirme desanimarme ni que la tristeza me paralice. Todos
sabemos que los grandes proyectos y las grandes obras se forman a base de un
trabajo constante y requieren de pequeños esfuerzos que se deben de realizar
todos los días.
Ahora,
en estos días, ha sido importante pararse a pensar en qué quiero utilizar mis
pequeños esfuerzos diarios, pues si no tengo la constancia y la fuerza diaria
de construir las cosas grandes con pequeñas acciones, me quedaré colocando
primeras piedras, pero no acabare ninguna.
Hay
que poner la última piedra, pues si nunca llegamos a ponerla nos desanimaremos
y llegaremos a convertirnos en conformistas, y el conformismo es una actitud
que no es sana.
Para
poner la última piedra, tengo que ser consciente de mi capacidad para hacer
algo y de mis defectos. Y es que los nuevos proyectos si de verdad nos
ilusionan es porque nos exigen un poco más de lo que podemos hacer. Todas las
personas tenemos limitaciones que con el paso del tiempo vamos conociendo. Por
eso cuando era joven era mucho más soñador y me ponía metas demasiado altas,
poco acordes a mis posibilidades reales. Ahora, que han pasado los años, tiendo
a ser un poco más pesimista, pues me he dado cuenta de que la vida no es tan
sencilla y que los sueños son difíciles de materializar.
Ni
era buena mi actitud de joven ni es demasiado buena la de ahora. De joven no
media bien mis posibilidades y ahora si me descuido dejo de soñar. Por eso
intento tener, ante mis proyectos del año que viene, una actitud equilibrada, o
sea; ponerme metas un poco mayores de lo que se que puedo hacer, y asegurarme
de que voy a poner la última piedra. Si lo consigo, continuare haciendo planes,
proyectos y fijándome nuevas metas, cada vez más altas.
Concluye
un año y empieza otro. Y es el momento no solo de hacer propósitos, sino de ser
conscientes del esfuerzo que tendremos que hacer para poner la última piedra.
Pidamos que este año que comienza tenga muchos y muy buenos propósitos, pero
que sobre todo tenga muchas “últimas piedras” y que la mejor “última piedra”
sea la de vivir al final de este año que comienza siendo buenas personas.
Buenos
días y PROSPERO 2022.