miércoles, 22 de diciembre de 2021

Y tú, ¿por qué viajas?

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).


Con la excursión del lunes, doy por terminado el rodaje de la Diverge y, aunque no he conseguido llegar a los 1000 kilómetros, sé que todo ha funcionado bien y no he tenido ningún problema, salvo los normales de acostumbrarme a las manetas del cambio y a los frenos de disco, a los que a día de hoy no estoy del todo habituado, aunque supongo que kilómetros tendré para familiarizarme.

La próxima vez que me suba a la Diverge ya tendrá los portabultos y comenzará otra fase, una fase en la que le colocare el timbre, las luces, el soporte para el móvil y la banda antipinchazos y, seguramente una bolsa en la barra del cuadro, aunque esto aún lo tengo que pensar un poco más.

Seguramente a medianos de enero ya estará lista para viajar y será una parte importante del hasta ahora “imaginario” viaje a Nordkapp. Un viaje al Castillo de Cullera con las alforjas será el principio de la cuenta atrás.

He repetido muchísimas veces la cita de Chesterton que encabeza esta entrada, y no quiero cansarme de repetírmela, para que me recuerde entre otras cosas que viajar no es sinónimo de felicidad ni de audacia, ni que sea necesariamente algo positivo.

Ya sé que existe la idea de todo lo contrario, de que se repite sin parar que: es de sabios viajar pues se así se exprime la vida; que viajar es una forma de combatir la rutina y exige que la novedad de lo desconocido nos sorprenda; viajar es de personas cultas que así absorben el arte y las tradiciones de otros lugares. Parece como si no se concibiera que alguien prefiera disfrutar de lo cercano, de lo cotidiano, que dedique sus vacaciones a cuidar tranquilamente de su familia, a leer, a cuidar su casa… Y ello porque hemos asumido que el que no viaja no quiere abrirse al mundo y prefiere quedarse encerrado en su vida cotidiana.

Para mí, viajar no es ni bueno ni malo, como tampoco lo es el progreso en sí mismo. Es cierto que mucha gente importante e inteligente, fue y lo es actualmente viajera, aunque la considero más como itinerante. Van de un lugar a otro, sin residencia fija, no se hacen selfis ni suben historias a Instagram, y seguro que también descubren muchas cosas que no conocían, y que les gusta eso de estar con gente nueva, no caer en la rutina y conocer sitios diferentes. Probablemente, hasta en algunas ocasiones hacen turismo. Otros días, supongo que se cansan y anhelan la tranquilidad y la familiaridad de su hogar.

Pero el viaje o esa itinerancia tiene o debe tener un sentido. Viajar porque se tenga un mensaje que transmitir, una misión que cumplir, unos conocimientos que adquirir… Y tú, ¿por qué viajas? Y, si no lo haces ¿por qué te quedas en casa? Lo importante es que encontremos la respuesta por nosotros mismos y no que otros lo hagan en nuestro nombre.

¿Viajamos para tener algo que contar o lo hacemos para crecer, para mejorar? Selfis, historias en instagram o facebook, likes, me gustas, buscar la mejor foto, subirla a todas las redes, comprar muchos recuerdos, mostrar el viaje perfecto, experimentar un sin fin de experiencias... y luego, ¿que nos queda de esto?, ¿tiene sentido viajar así?

Tenemos la suerte de poder viajar, no con la libertad de antes del covid-19, de conocer otros países, de ver y experimentar otras formas de vivir la vida; sin embargo, en ocasiones solo consumimos turismo. A veces en los monumentos solo buscamos el mejor selfi, lo que nos obliga a visitar las ciudades a través de las pantallas de nuestra cámara.

Sin embargo, quizás cuando viajemos deberíamos atrevernos a cerrar nuestras pantallas y desconectar el wifi, los datos.... conectándonos así nuestro interior y preguntarnos qué hacen y porque se construyeron estos monumentos, no ver solo las particularidades de cada zona y de sus gentes sino saber el porqué de todo lo que vemos, y así, tal vez, sería más fácil contestar a la pregunta de ¿por qué viajo?

Cuando viajemos tratemos de tener más conversaciones y menos fotografías; tratemos de dejarnos empapar y transformar por la cultura que visitamos, y preocuparnos menos de comprar tantos recuerdos materiales; busquemos más silencio y menos ruido; más experiencias humanas y menos likes en nuestras redes; más llenar el corazón de nombres y personas, y menos buscar vivir la experiencia de moda o lo que la sociedad nos exige; ojalá busquemos con intensidad más tiempo tranquilo para pensar y tengamos menos actividades...

El viaje cambiaría radical y sencillamente si todas las noches fuésemos capaces de sacar un rato para pararnos a poder ver tranquilamente el recorrido del día y buscar toda novedad que hayamos descubierto.

Porque quizás viajar consista simplemente en tratar de ir disfrutando y descubriendo el maravilloso mundo que nos ha sido creado Por eso, desconecta el wifi del móvil y conéctate a lo importante ¡No viajes para hacer check, viaja para crecer!

Buenos días.

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