Pase parte del lunes preparando la casa para estas Navidades, adorne el balcón y arme el Belén. La sola colocación del Belén ya supone una celebración cristiana, por lo tanto, el saludo con el que felicito este periodo es el de “Feliz Navidad”.
El saludo “Felices Fiestas” no lo utilizo, aunque en
muchos lugares y por muchas personas se utiliza mucho, prefiero el sentido
católico de esta entrañable festividad, el nacimiento del Hijo de Dios.
Me gusta más el Belén, no recuerdo haber utilizado el
árbol de Navidad, seguramente por ser una costumbre muy nueva en España, aunque
no estaría mal para el año que viene copiar el ejemplo tan repetido en la Plaza
de san Pedro en Roma, donde el árbol da cobijo al pesebre.
He visto, no sin cierta tristeza, que se este invitando
desde las instituciones a utilizar el “Felices Fiestas” con el motivo de no
herir sensibilidades, al considerarse inclusivo. Me llama la atención que una
parte de la política institucional insista tanto en desvincularse de su
tradición cultural y religiosa. Estamos en una sociedad que era eminentemente
cristiana y ahora debería facilitar la convivencia de todas las sensibilidades
religiosas. Y a las instituciones solo les pido que sean neutrales.
Lo que sucede es que neutralidad no es renuncia. En
nuestra sociedad caben casi todas las sensibilidades y hay que trabajar para
que quepan las más posibles.
Se debe poder felicitar una fiesta que es cristiana con
naturalidad, y esto no es solo un derecho de los creyentes, es un
reconocimiento social a una Historia, con letras grandes, que nos ha traído
hasta donde estamos hoy, una Europa que es el mayor espacio geográfico de
libertad del mundo. Negarse a celebrar la Navidad como lo que es, creo que es
renunciar a todo esto.
Y es que, pienso, que los creyentes tenemos el derecho a
que la neutralidad de las instituciones sea positiva, acogedora, inclusiva
también con quienes creemos. No creo que nadie se ofenda por felicitar la
Navidad en Navidad. Igual que creo que nadie se ofende por felicitar el Ramadán
en Ramadán, o el Janucá en Janucá, etc. Por no hablar de las distintas reivindicaciones
sociopolíticas con las que nos bombardean desde las instituciones continuamente.
Libertad es poder hablar de todo en público, con el límite claro esta de la
dignidad humana.
Que estamos en un Estado laico no quiere decir que sea un
Estado laicista. Yo, ni nadie creo, que este reivindicando la vuelta a la
Cristiandad: ese espacio en que el Cristianismo es la religión oficial y lo
demás queda relegado. Ni ya se puede volver a ello ni siquiera es deseable. Lo
que no puedo aceptar, ni pienso que no se puede aceptar como si tal cosa es que
se arrebate el significado religioso a una fecha eminentemente religiosa.
No necesitaría recordar que en Navidad se celebra el
nacimiento de Jesús de Nazaret, de Cristo. Y si no es eso, la Navidad no es
nada. Una reunión familiar más, una cena con los amigos, una fiesta que nos
suele salir muchas veces demasiado cara.
Buenos días.
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