miércoles, 28 de octubre de 2020

Leer.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Ya tengo en papel, que es como me gusta, los tres libros que compré en versión kindle y que descargue en el móvil para llevarme al Camino de Santiago, ya estoy por lo tanto más preparado para un futuro confinamiento.

No sé si hay mucha o poca gente a la que le guste leer, lo que tengo claro es que a mí me gusta, me gusta leer de casi todo, aunque es verdad que libros actuales leo pocos.

No soy muy moderno en lo que a libros se refiere, no recuerdo haber leído por ejemplo ningún libro publicado en este siglo, aunque uno de los tres lo es, por lo que dentro de unas semanas ya no podré decirlo.

Pienso que leer me hace disfrutar más de la vida, compartiendo las experiencias de otras personas, sus sentimientos y emociones. Significa ir un poco más lejos de mí estrecho mundo personal y adentrarme en el de otra persona, haciéndome que pueda identificarme y compartir sus sentimientos, intercambiar ideas, y al final, al terminar un libro, poder decir que he aprovechado el tiempo, al menos por haber leído a uno de mis autores preferidos.  

Puede parecer, en un primer momento, que no existe mucha diferencia entre quien es aficionado a la lectura y quien no lee frecuentemente. Pero es sólo un error. Existen diferencias y según mi opinión son bastante grandes y significativas.

Debemos tener en cuenta que cuando leemos aumentamos nuestra cultura, la hacemos fuerte si es débil y la enriquecemos cada vez más. Cuando por el motivo que sea nos apartamos de los libros nos convertimos al fin y al cabo en cómplices de nuestra ignorancia, que va aumentando en la medida en que continuamos huyendo de las páginas escritas.

Si queremos tener una visión más amplia de nuestras ideas y una actitud crítica, actitud siempre positiva, que nos remueva los preconceptos y sintamos la necesidad de contrastar unos datos con otros, de los cuales algunos serán más veraces que otros, pobres o pasados de moda, no tendremos más remedio que leer. Si leemos no creeremos lo primero que escuchemos pues estaremos acostumbrados a contrastarlo.

Esta claro que la lectura es una fuente de conocimientos, pero, tampoco es suficiente con ser un devorador de libros, ya que puedo leer mucho pero mal. Siempre se debe buscar el libro adecuado mediante el consejo de alguien o nos podemos guiar por nuestro sentido común. Por lo general las lecturas más adecuadas serán aquellas que favorezcan nuestro desarrollo personal, que suelen ser todas aquellas que no menosprecian el valor individual de las personas ni sus creencias.

Muchas personas a fuerza de leer lo que se podrían llamar “basuras editoriales”, que las hay y muchas, han hecho de su intelecto un refugio para las ideas más depravadas y siniestras. No hay que leer cualquier cosa, hay que leer siempre con un criterio determinado para cada circunstancia. Y esto siempre es complicado.

Cuanto más acostumbrados estamos a leer menos nos contentamos con lo primero que nos ofrecen los escaparates de las librerías, o con cualquier “best-seller” mundial, que no suelen aportarnos mucho puesto que están hechos para entretenernos unas horas. Quienes se habitúan a la lectura quieren buscar autores con los cuales identificarse en costumbres e ideas acerca de las grandes cosas de la vida. Pues al final, el lector es cómplice del autor en cuanto difusor de ciertas ideas o ideales.

Para ir terminando, una frase: Hay una gran diferencia entre el hombre ansioso que quiere leer un libro y el hombre cansado que quiere un libro para leer”. G. K. CHESTERTON  

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