“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Ya tengo en papel, que es como me
gusta, los tres libros que compré en versión kindle y que descargue en el móvil
para llevarme al Camino de Santiago, ya estoy por lo tanto más preparado para
un futuro confinamiento.
No sé si hay mucha o poca gente a la
que le guste leer, lo que tengo claro es que a mí me gusta, me gusta leer de
casi todo, aunque es verdad que libros actuales leo pocos.
No soy muy moderno en lo que a
libros se refiere, no recuerdo haber leído por ejemplo ningún libro publicado
en este siglo, aunque uno de los tres lo es, por lo que dentro de unas semanas ya
no podré decirlo.
Pienso que leer me hace disfrutar más
de la vida, compartiendo las experiencias de otras personas, sus sentimientos y
emociones. Significa ir un poco más lejos de mí estrecho mundo personal y
adentrarme en el de otra persona, haciéndome que pueda identificarme y
compartir sus sentimientos, intercambiar ideas, y al final, al terminar un
libro, poder decir que he aprovechado el tiempo, al menos por haber leído a uno
de mis autores preferidos.
Puede parecer, en un primer momento,
que no existe mucha diferencia entre quien es aficionado a la lectura y quien
no lee frecuentemente. Pero es sólo un error. Existen diferencias y según mi
opinión son bastante grandes y significativas.
Debemos tener en cuenta que cuando
leemos aumentamos nuestra cultura, la hacemos fuerte si es débil y la
enriquecemos cada vez más. Cuando por el motivo que sea nos apartamos de los
libros nos convertimos al fin y al cabo en cómplices de nuestra ignorancia, que
va aumentando en la medida en que continuamos huyendo de las páginas escritas.
Si queremos tener una visión más
amplia de nuestras ideas y una actitud crítica, actitud siempre positiva, que
nos remueva los preconceptos y sintamos la necesidad de contrastar unos datos con
otros, de los cuales algunos serán más veraces que otros, pobres o pasados de
moda, no tendremos más remedio que leer. Si leemos no creeremos lo primero que
escuchemos pues estaremos acostumbrados a contrastarlo.
Esta claro que la lectura es una
fuente de conocimientos, pero, tampoco es suficiente con ser un devorador de
libros, ya que puedo leer mucho pero mal. Siempre se debe buscar el libro
adecuado mediante el consejo de alguien o nos podemos guiar por nuestro sentido
común. Por lo general las lecturas más adecuadas serán aquellas que favorezcan
nuestro desarrollo personal, que suelen ser todas aquellas que no menosprecian
el valor individual de las personas ni sus creencias.
Muchas personas a fuerza de leer lo
que se podrían llamar “basuras editoriales”, que las hay y muchas, han hecho de
su intelecto un refugio para las ideas más depravadas y siniestras. No hay que
leer cualquier cosa, hay que leer siempre con un criterio determinado para cada
circunstancia. Y esto siempre es complicado.
Cuanto más acostumbrados estamos a
leer menos nos contentamos con lo primero que nos ofrecen los escaparates de
las librerías, o con cualquier “best-seller” mundial, que no suelen aportarnos
mucho puesto que están hechos para entretenernos unas horas. Quienes se habitúan
a la lectura quieren buscar autores con los cuales identificarse en costumbres
e ideas acerca de las grandes cosas de la vida. Pues al final, el lector es cómplice
del autor en cuanto difusor de ciertas ideas o ideales.
Para ir terminando, una frase: “Hay una gran diferencia entre el hombre ansioso que
quiere leer un libro y el hombre cansado que quiere un libro para leer”. G. K.
CHESTERTON
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