miércoles, 7 de octubre de 2020

Buscar confianza.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Ya está otra vez la bicicleta lista para salir, que nadie piense que me voy a olvidar de la bicicleta, solo la dejaré aparcada durante el tiempo que dure el Camino de Santiago, la voy a seguir utilizando no solo para todos los días, sino que las “escapadas” van a continuar y van a ser una constante.

Tenemos por delante un fin de semana de los “largos”, de los que tienen un “puente”, así que como la limpieza y la revisión de la bicicleta ya está hecha es fácil que nos escapemos, si el tiempo y el covid-19 nos lo permiten.

No hay duda de que lo queramos o no hay que mirar cómo se encuentra el covid-19, no hay más remedio, pero el problema me surge al buscar en donde mirar, pues he perdido la confianza en la mayoría de las fuentes a las que tengo acceso. 

No creo que sea solo yo, pero la destrucción de la confianza es al final una destrucción de la sociabilidad, pues es la incapacidad para saber de quién nos podemos fiar. Y no fiarse de nadie es un problema que puede llegar a convertirse en una patología. Este problema ya existía en nosotros antes del covid-19, la desconfianza ya era alta, porque considerábamos, o yo considero, que el actual modelo de sociedad que se basa en nuestro tipo de capitalismo es una fuente de desigualdad.

Se cree, que, si hay un crecimiento económico alto, no puede existir desconfianza en los que lo generan, pero es que para mí confunden crecimiento y desarrollo.

No es cierto, como dicen algunos, que la mejor política para crear empleo sea solo el crecimiento. Tampoco es cierto, como dicen otros, que la mejor política sea solo aumentar el gasto social. Hace falta crecimiento y gasto social, pero el gasto social sin un desarrollo de la persona, si lo pensamos bien, no aumenta su responsabilidad y tiende a generar una cultura del subsidio.

Hay que generar confianza, satisfacción personal y capacidad de saber de quién nos podemos fiar y por qué. Sin recuperar la capacidad de saber de quién nos podemos fiar y por qué, la reconstrucción que tenemos que hacer para volver a la normalidad se hace más difícil.

Es complicado el tema de la confianza en los demás, pues tener la seguridad de la rectitud y de las buenas intenciones de la gente no es nada fácil. Lo normal sería que en nuestras relaciones con las personas supongamos la buena fe de todos y es esa confianza la que nos da la esperanza de recibir un trato que se corresponda con el que nosotros hemos dado.  

Cuando somos nosotros los que elegimos a los que nos rodean y forman nuestro círculo social esa confianza es mayor, cuesta más trabajo tenerla cuando los que nos rodean no han sido escogidos por nosotros y les damos tan sólo un trato circunstancial, de ahí la importancia de conocernos y relacionarnos con todos pues nos dará confianza.

Vivir rodeados de personas que no conocemos, en las que no podemos confiar nos hace ser reservados, temerosos e incapaces de entablar una relación más personal con ellos. Podemos, entonces, elegir quedarnos encerrados en nuestra casa y vivir la vida de los demás en las series de televisión o en las telenovelas ya que no tenemos una vida propia. Ese miedo a las malas intenciones de los demás nos llevará a ser excesivamente precavidos, de forma que vamos a sufrir un verdadero tormento pensando que la persona que está con nosotros tiene malas intenciones.

Tampoco hay que pasarse en la confianza pues un exceso nos podría hacer pecar de ingenuos y vale la pena recordar que no es correcto dar demasiadas facilidades para que nos engañen.  

Al final, como en tantas cosas, hay que empezar por nosotros mismos, debemos ser nosotros personas dignas de confianza por la honradez de nuestra vida y por el buen hacer en nuestras obligaciones y el resto vendrá añadido.

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