miércoles, 20 de junio de 2018

Miércoles 20 de junio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Estaba pensando anoche sobre la jubilación y me vino a la cabeza esa imagen que tantas veces hemos observado cuando hemos encendido una hoguera, me estoy refiriendo a ese momento en que las llamas decrecen y desaparecen en humeantes carbones que al fin se enfrían y se convierten en fría y gris ceniza.
Todos sabéis que hay un momento en ese proceso, antes de que se enfríen, en el que los carbones pueden ser removidos como para hacerlos romper en llamas de nuevo. Me parece a mí que la jubilación puede ser ese momento.
Es una imagen muy significativa. Nuestra vida necesita a veces ser removida en sus raíces para hacerla de nuevo viva y afectiva. Pero ¿cómo hay que hacer eso? ¿Cómo avivamos de nuevo el fuego de nuestra vida?
Son preguntas a las que deberíamos encontrar respuesta, volvemos a encender nuestra vida al situarnos en nuestras raíces. A veces puede ser útil volver a andar un trayecto y examinar aquello que ayudo a mover nuestras vidas.
¿Quién y qué ayudó a que llegásemos a donde estamos? Por supuesto, eso es una cuestión profundamente personal que cada uno de nosotros sólo puede responder  por sí mismo. En cuanto a mí, cuando trato de volver y tocar las raíces de mi vida, varias cosas me vienen a la mente.
Primeramente, la fe y testimonio de mis padres, la pieza decisiva. Mi vida fue lo más importante de sus vidas, y ellos hicieron todo lo que estuvo en su poder para asegurar que esto fuera también verdad para mí. Y sus vidas nunca desmintieron su fe. Eso fue un fuerte testimonio y un don de incalculable valor.
Luego, mis amigos. Después vino el entorno y el ambiente de Pego, cuya importancia reconocí sólo años más tarde.
Finalmente, y de un modo que dejó profundas y permanentes raíces en mi vida, mí pasión por lo viajes y por la carrera a pie. Durante mi juventud, esa pasión estuvo fuerte y clara dentro de mí.
Pero, admitido todo eso, allí también estaba, ineludible y clara una fuerza que me orientaba. Sé eso porque mucho de lo que experimente en mi juventud hace tiempo que ha desaparecido, y esa fuerza de mi juventud permanece aún en mi interior.
Sin embargo, ahora, a veces esa fuerza puede estar bastante silenciosa y puede sentirse simplemente como la voz de la ingenuidad de mi juventud y algo que no es real por más tiempo ni nunca fue real verdaderamente. Para mí, como para todos, a veces simplemente se agota.
Es entonces cuando necesito remover las brasas aparentemente mortecinas de mi vida haciendo un viaje de regreso para volver a cimentarme en la realidad de la vida.  
Esta clase de viaje -creo yo- puede ayudar para presentarnos ante la jubilación,  con una llamativa advertencia: El aparente silencio de esa fuerza que nos movía esta en las brasas de nuestra hoguera, os recuerdo que las remováis y volverán las llamas.  

Feliz y Dulce Día.

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