“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
Estaba pensando anoche sobre
la jubilación y me vino a la cabeza esa imagen que tantas veces hemos observado
cuando hemos encendido una hoguera, me estoy refiriendo a ese momento en que las
llamas decrecen y desaparecen en humeantes carbones que al fin se enfrían y se
convierten en fría y gris ceniza.
Todos sabéis que hay un momento
en ese proceso, antes de que se enfríen, en el que los carbones pueden ser
removidos como para hacerlos romper en llamas de nuevo. Me parece a mí que la
jubilación puede ser ese momento.
Es una imagen muy
significativa. Nuestra vida necesita a veces ser removida en sus raíces para
hacerla de nuevo viva y afectiva. Pero ¿cómo hay que hacer eso? ¿Cómo avivamos
de nuevo el fuego de nuestra vida?
Son preguntas a las que deberíamos
encontrar respuesta, volvemos a encender nuestra vida al situarnos en nuestras
raíces. A veces puede ser útil volver a andar un trayecto y examinar aquello
que ayudo a mover nuestras vidas.
¿Quién y qué ayudó a que llegásemos
a donde estamos? Por supuesto, eso es una cuestión profundamente personal que
cada uno de nosotros sólo puede responder
por sí mismo. En cuanto a mí, cuando trato de volver y tocar las raíces
de mi vida, varias cosas me vienen a la mente.
Primeramente, la fe y
testimonio de mis padres, la pieza decisiva. Mi vida fue lo más importante de
sus vidas, y ellos hicieron todo lo que estuvo en su poder para asegurar que
esto fuera también verdad para mí. Y sus vidas nunca desmintieron su fe. Eso
fue un fuerte testimonio y un don de incalculable valor.
Luego, mis amigos. Después
vino el entorno y el ambiente de Pego, cuya importancia reconocí sólo años más
tarde.
Finalmente, y de un modo que
dejó profundas y permanentes raíces en mi vida, mí pasión por lo viajes y por
la carrera a pie. Durante mi juventud, esa pasión estuvo fuerte y clara dentro
de mí.
Pero, admitido todo eso, allí
también estaba, ineludible y clara una fuerza que me orientaba. Sé eso porque mucho
de lo que experimente en mi juventud hace tiempo que ha desaparecido, y esa
fuerza de mi juventud permanece aún en mi interior.
Sin embargo, ahora, a veces
esa fuerza puede estar bastante silenciosa y puede sentirse simplemente como la
voz de la ingenuidad de mi juventud y algo que no es real por más tiempo ni
nunca fue real verdaderamente. Para mí, como para todos, a veces simplemente se
agota.
Es entonces cuando necesito
remover las brasas aparentemente mortecinas de mi vida haciendo un viaje de
regreso para volver a cimentarme en la realidad de la vida.
Esta clase de viaje -creo yo-
puede ayudar para presentarnos ante la jubilación, con una llamativa advertencia: El aparente
silencio de esa fuerza que nos movía esta en las brasas de nuestra hoguera, os
recuerdo que las remováis y volverán las llamas.
Feliz y Dulce Día.
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