“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
Ayer, se me hizo un comentario
através del blog con motivo del “Buenos Días” de ayer, los publico todos en
castellano en este blog, sobre que debería de ser tal vez menos filosófico y
algunas veces más científico.
Y, pensándolo bien es fácil
que sea verdad, pero eso representa para mí un problema pues soy más de letras
que de ciencias. Yo no se describir de manera exacta los datos y los hechos. Ni
se analizar los componentes físicos, químicos, biológicos y neurológicos. Ni se
descubrir una serie de conexiones y de leyes que pueden explicar muchas
cosas.
Pienso, y por eso intento
actuar en consecuencia que podemos explicar, por ejemplo, las funciones
químicas del cuerpo humano y de su cerebro, y no por eso hemos comprendido al
ser humano.
¿Por qué existe algo y no la
nada, por qué hay evolución? ¿Por qué el universo está constituido de esta
manera, por qué resulta inteligible? ¿Qué sentido tiene la vida humana? ¿Cómo
debemos comportarnos con la naturaleza? ¿Hay algún límite para nuestro
comportamiento?
Cuando uno se plantea estas
preguntas, de un modo u otro, se plantea estas u otras preguntas parecidas. Y
cuando trata de responderlas ya no está haciendo ciencia, sino filosofía.
Cuando nos planteamos estas preguntas ya no buscamos explicaciones; buscamos
comprendernos a nosotros mismos y buscamos comprender cómo debemos
relacionarnos con la naturaleza y con los otros seres humanos.
Lo que me sucede es que,
además de querer comprender el universo y la vida, me admiro ante tanta
maravilla y doy gracias por su existencia. Porque entiendo que, de un modo
misterioso, algo está en el origen de todo lo que existe. Y que la vida es un
regalo que nos ha hecho.
Me maravillo ante los
portentos que es capaz de realizar el ser humano en el campo del arte y de la
técnica, pero también en el campo de la relación entre las personas.
Feliz y Dulce Día.
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