“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
Hay un tema estos días del que
se hace necesario dar nuestra opinión, o por lo menos intentar llegar a tener
alguna; son las 600 personas del Aquarius y las distintas respuestas de Italia
y España ¿Por qué?
Esta mañana le he estado dando
vueltas, con compañía de un café, y veo que entre estrategias electorales y
cuestiones políticas con la UE, la primera medida del nuevo ministro Salvini es
como cabría esperar: sin medias tintas. La del nuevo presidente español Pedro
Sánchez también: acogida sin prever las consecuencias.
No es fácil la respuesta,
salvo que nos quedemos en que hay que salvar a esas personas de morir en el
mar, pero una vez salvadas la pregunta continúa en pie y no ha sido contestada.
La inmigración, ahora
refugiados, se ha convertido en uno de los problemas graves de Europa por las
discrepancias entre sus miembros y porque es en la mayoría de los países un problema
de política interior. Una fuerza capaz, junto a otras causas – eso no debe
olvidarse- de derribar y construir gobiernos, como se ha visto en el reciente
caso de Italia. En esta dinámica, donde es fácil la demagogia, los hechos no
pueden olvidarse. Todos los conocemos.
Es evidente que esta situación
no puede prolongarse, y que la respuesta política desde mi modesto entender ha
de combinar la acogida al extranjero sin dañar al propio país, cosa
perfectamente posible con los actuales recursos comunes.
Europa y los países miembros
necesitan un plan a largo plazo que combine una acción masiva para el
desarrollo y la seguridad del África Subsahariana. Si hay trabajo y seguridad,
hay futuro para los jóvenes, la gente no emigra.
En todo esto hay algo que no
puede olvidarse y es que los sectores de menores ingresos, castigados por la
crisis, tienen la convicción de que son ellos quienes asumen las molestias y
riesgos que plantean los refugiados, con quienes conviven, mientras que las
elites que defienden su llegada, viven en barrios y condiciones donde el
refugiado no existe como experiencia vital.
Combinar todo eso no es fácil,
pero si es necesario.
Feliz y Dulce Día.
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