“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
Pues si, han pasado ya muchos
años desde esa foto, y si la observamos nos podremos dar cuenta que nuestros
cuerpos y nuestras almas tienen por separado su proceso de madurez, y no
siempre están en armonía.
En alguna ocasión he pensado
que los años me despojarían de la poesía de mi juventud y que me haría viejo
antes de tiempo. Todos sabéis que cuando llegamos a cierta edad, como la que
tenemos ahora, y miramos lo que hemos hecho, nos podemos llegar a sentir
desconcertados por algunas cosas que hicimos: no cosas inmorales, sino cosas
que ahora, desde nuestra perspectiva presente, parecen inmaduras y malsanas, a
pesar de todo, como para que alguien como nosotros se arriesgue a hacerlas
ahora.
Recordándolas, inicialmente
nos sentimos un poco desconcertados. Pero después, cuando sentimos nuestra edad
y nuestra reticencia presente, miramos atrás y decimos: “¡Esto es lo más audaz
que hice en mi vida!” ¡Ah, entonces tuve coraje! ¡Ahora me dan más miedo esa
cosas!
Es satisfactorio poder volver
a ponerme en la piel de aquel joven y saber que lo que había en su mente todavía
me intriga. Hoy todavía hay poesia, vigor y humor en mi vida lo que espero que
signifique que soy una persona madura y viva, como un viejo vino añejo.
Feliz y Dulce Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario