lunes, 20 de mayo de 2024

Esperemos que querer sea poder.

     Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)

Dentro de unos momentos pondré en marcha la Berlingo dirección norte, para llegar al sur de Francia y pasar unos días recorriendo unas carreteras que ha hecho famosas el Tour de Francia.

Van a ser unos días de una variedad del ciclismo que también me gusta, no se trata de un ciclo-viaje si no de recorrer, sin alforjas, unos lugares que se han hecho famosos por las gestas que han protagonizado los grandes ciclistas de la historia.

Es otra cosa, pero entiendo que interesante para a los que nos gusta la bicicleta no solo como un medio de transporte sino también como un deporte, y, es que para disfrutar de un ciclo-viaje es interesante conocer el mundo de la bicicleta en todas sus variantes e intentar disfrutarlas.

Si el tiempo meteorológico no lo impide vamos a subir unos cuantos puertos de montaña que se han hecho famosos por lo duros y difíciles de subir como el Tourmalet, Aspin, Aubisque y Soulor. Y, siempre que me encuentro ante situaciones parecidas me viene a la mente la frase “querer es poder”.

Resulta curioso cómo una frase nos puede generar tanta fuerza motivacional. No importa lo difícil que sea lo que tengamos delante, tienes la capacidad para sacarlo adelante, así que ánimo ¡Querer es poder!

A todos nos parece una frase simpática e inofensiva, que nos anima a no dejarnos vencer y a confiar en nuestras fuerzas, las cuales algunas veces olvidamos y subestimamos. No hay duda de que se trata de un buen impulso para levantarse de la cama y atreverse a dar ese primer paso que tanto cuesta. Pero, ¿qué pasa después? ¿qué sucede cuando nos hemos puesto en marcha y descubrimos que la realidad es más compleja? ¿Qué ocurre cuando por mucho que quiera me veo tropezando una y otra vez sobre la misma piedra?

 Esta clase de frases están bien para utilizarlas en las redes sociales para dar ánimos, pero no van a dejar de ocultar la complejidad de la vida. Porque la experiencia nos muestra que en las cosas más importantes de la vida, aquellas cosas que queremos profundamente, no somos capaces de lograrlas por nuestros propios méritos.

Y es que, a pesar de desear con todo mi corazón hacer las cosas bien, a pesar de querer profundamente que mi vida sea más plena, descubro en mi interior una herida, que no sé cómo apareció, que no acepta la vida como un regalo que debe agradecer y pretende ser dueño y señor absoluto de ella. No es una cuestión de querer porque, aunque quiero, no puedo solo.

Es verdad, que la experiencia me muestra que esa herida no es la última palabra, que tiene cura. Querer no es poder, pero querer me hace ponerme en camino. Porque reconocerme incapaz de curarme me permite descender un poquito y dejar espacio para que actúe tranquilamente la providencia.

 Querer no es poder, querer es subir la bicicleta a la Berlingo y ponerse en camino hacia el sur de Francia confiando plenamente en Aquel que siempre me ayudara a seguir adelante.

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