jueves, 30 de mayo de 2024

Día 2. 29/05/24. Pinedo - Moncofa.

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton) 



29 de mayo de 2024.

Pinedo. – Moncofa.

Distancia: 62,13 km.

Media: 15,70 km/h.

Desnivel positivo: 144 m.

Segundo día, de momento sin ningún problema, incluso he cruzado Valencia de maravilla pues a sido todo por carriles bici, muy bien por Valencia.

Era un recorrido que ya había realizado en parte hace dos años, por eso ha sido más fácil y con menos sobresaltos. Es verdad que no es necesario repetir algunas de las etapas que ya hice cuando hace dos años subí al Nordkapp, pero me atraía la opción de ir tranquilo y sin sorpresas, de esas que nos pueden aparecer cuando circulamos por primera vez por un lugar.

La cuestión es que para llegar en bicicleta al destino de este viaje tengo la oportunidad de repetir algunas partes del recorrido de hace dos años, nunca va a ser igual pues estoy procurando realizar los cambios necesarios para mejorar aquellas etapas.

Mientras mantenga el rumbo correcto poco importa si realizo cambios en cada etapa, o si cambio de camping, o que me pare en una ciudad por la que pase sin detenerme. Todo es cuestión de no perder el rumbo.

Ahora recuerdo ese celebre dialogo de la obra Alicia en el País de las Maravillas, donde se puede leer:

— ¿Quieres decirme, por favor, qué camino debo tomar para salir de aquí?

— Eso depende mucho de a dónde quieres ir —replicó el Gato.

— Poco me importa a dónde quiero ir —dijo Alicia.

— Entonces poco importa el camino que tomes —replicó el Gato.

Situaciones como la de Alicia son penosamente frecuentes.

De toda la programación que he hecho para este viaje solo unas cuantas personas se darán cuenta de los cambios de dirección que habré tomado por diversos motivos, la programación esta hecha hace ya algunas semanas pero su cumplimiento al final del viaje va a tener muchos cambios.

Cada viaje esta formado por numerosas etapas. Etapas que se van sumando día a día y que poco a poco van marcando el itinerario que nos debe llevar a nuestro objetivo final.

Cuando termine, podre apreciar cuantas etapas he realizado, cuantas de ellas han sido las programadas y cuantas han sido realizadas sin una razón clara.

Si en un viaje se nos nubla el objetivo final y se difumina ante nosotros el objetivo tras el que comenzamos a pedalear, el sinsentido empieza a aparecer y comenzamos a ir perdiendo poco a poco el entusiasmo y la ilusión en viajar.

Ahora, después de muchos kilómetros y años de ciclo-viajes, es cuando comprendo que lo importante no era recorrer muchas etapas, ni la velocidad, sino el horizonte que quise conquistar en cada uno de ellos. En medio de este viaje percibo con claridad la necesidad de tener una mirada amplia que rompa la frontera de la etapa diaria.

¿A dónde voy? Geiranger, es el destino desde el que comenzaré a volver a casa. Pensemos no en el conjunto de todo el viaje, sino que coloquemos la mirada en el presente, en la etapa de hoy, fácil, sencilla, cómoda. Miremos la etapa de mañana que deberá de ser parecida a la de hoy y, solo después, al final, miremos el conjunto. Decía José Luis Martín Descalzo, “no se ama todo de golpe: cada día tiene su pequeño amor. Y sólo con muchas etapas sencillas se logra terminar el viaje.

Entonces se puede conseguir con ilusión un viaje de estas características. Importa no perder la visión que guíe, parafraseando a Antonio Machado, “el camino que hacemos al andar”.

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