“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
29 de mayo de
2024.
Pinedo. –
Moncofa.
Distancia: 62,13
km.
Media: 15,70
km/h.
Desnivel
positivo: 144 m.
Segundo día, de
momento sin ningún problema, incluso he cruzado Valencia de maravilla pues a
sido todo por carriles bici, muy bien por Valencia.
Era un
recorrido que ya había realizado en parte hace dos años, por eso ha sido más
fácil y con menos sobresaltos. Es verdad que no es necesario repetir algunas de
las etapas que ya hice cuando hace dos años subí al Nordkapp, pero me atraía la
opción de ir tranquilo y sin sorpresas, de esas que nos pueden aparecer cuando
circulamos por primera vez por un lugar.
La cuestión es
que para llegar en bicicleta al destino de este viaje tengo la oportunidad de
repetir algunas partes del recorrido de hace dos años, nunca va a ser igual
pues estoy procurando realizar los cambios necesarios para mejorar aquellas
etapas.
Mientras
mantenga el rumbo correcto poco importa si realizo cambios en cada etapa, o si
cambio de camping, o que me pare en una ciudad por la que pase sin detenerme.
Todo es cuestión de no perder el rumbo.
Ahora recuerdo
ese celebre dialogo de la obra Alicia en el País de las Maravillas, donde se
puede leer:
— ¿Quieres
decirme, por favor, qué camino debo tomar para salir de aquí?
— Eso depende
mucho de a dónde quieres ir —replicó el Gato.
— Poco me
importa a dónde quiero ir —dijo Alicia.
— Entonces poco
importa el camino que tomes —replicó el Gato.
Situaciones
como la de Alicia son penosamente frecuentes.
De toda la programación
que he hecho para este viaje solo unas cuantas personas se darán cuenta de los
cambios de dirección que habré tomado por diversos motivos, la programación
esta hecha hace ya algunas semanas pero su cumplimiento al final del viaje va a
tener muchos cambios.
Cada viaje esta
formado por numerosas etapas. Etapas que se van sumando día a día y que poco a
poco van marcando el itinerario que nos debe llevar a nuestro objetivo final.
Cuando termine,
podre apreciar cuantas etapas he realizado, cuantas de ellas han sido las
programadas y cuantas han sido realizadas sin una razón clara.
Si en un viaje
se nos nubla el objetivo final y se difumina ante nosotros el objetivo tras el
que comenzamos a pedalear, el sinsentido empieza a aparecer y comenzamos a ir perdiendo
poco a poco el entusiasmo y la ilusión en viajar.
Ahora, después
de muchos kilómetros y años de ciclo-viajes, es cuando comprendo que lo
importante no era recorrer muchas etapas, ni la velocidad, sino el horizonte
que quise conquistar en cada uno de ellos. En medio de este viaje percibo con
claridad la necesidad de tener una mirada amplia que rompa la frontera de la
etapa diaria.
¿A dónde voy? Geiranger,
es el destino desde el que comenzaré a volver a casa. Pensemos no en el
conjunto de todo el viaje, sino que coloquemos la mirada en el presente, en la
etapa de hoy, fácil, sencilla, cómoda. Miremos la etapa de mañana que deberá de
ser parecida a la de hoy y, solo después, al final, miremos el conjunto. Decía José
Luis Martín Descalzo, “no se ama todo de golpe: cada día tiene su pequeño amor.
Y sólo con muchas etapas sencillas se logra terminar el viaje.
Entonces se
puede conseguir con ilusión un viaje de estas características. Importa no
perder la visión que guíe, parafraseando a Antonio Machado, “el camino que
hacemos al andar”.
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