“Los sexos no pueden desear abolirse uno al otro, y si les permitimos cualquier tipo de oposición permanente, se hundirán en algo tan bobo como el sistema de partidos políticos” (G. K. Chesterton)
¡Buenos
días!
Han
pasado ya varios días desde que Pedro Sánchez se apartó para pensar, y creo que
ahora tengo una idea de porqué sucedieron todos esos movimientos políticos.
Según mi modesta opinión ha sido todo un truco político que nada tuvo que ver
un hombre enamorado que se siente dolido por cómo se está acusando a su mujer.
No creo tampoco que se trate de una crisis de una persona que no soporta la
presión. Ni tampoco de motivos personales.
Pienso
que va más bien en la dirección de hacer creer a la sociedad que nuestra
sociedad está en peligro y para hacerlo se han utilizado a las instituciones sin
ningún respeto, como muestra la visita al Rey cuando no iba a dimitir ni a
convocar elecciones. Se ha instrumentalizado a las instituciones para hacer
creer a la sociedad que solo Sánchez es capaz de salvar esta democracia y que
la regeneración democrática que se debe de realizar solo la puede llevar a cabo
el PSOE. Por cierto, curiosa la teoría de que hay partidos políticos que
quieren que la mujer se quede en casa.
No
me ha gustado que el presidente señale a medios de comunicación y a la justicia
de difamación, si piensa que es así, si está convencido de que algún medio de
comunicación o algún periodista ha difamado a su mujer o a él mismo tiene que
ir a un juzgado y presentar una denuncia. Pues yo pienso que en una democracia
un presidente del Gobierno no puede decir cómo se ejerce la libertad de
expresión. Solo quiero recordar algo básico: en una democracia liberal la
libertad de expresión y de prensa son derechos fundamentales que sólo están
limitados por otros derechos fundamentales.
Veamos,
los límites que existen entre los derechos fundamentales los establecen los
tribunales. Quien esté gobernando no puede pretender que el resto de los
poderes del Estado y de fuerzas sociales se auto limiten, sean empáticos o sean
cordiales. La autolimitación, la empatía y la cordialidad son deseables, pero
no exigibles.
En
los últimos años siempre he pensado que nuestra democracia no necesita que
nadie la salve. Nuestra democracia se mantiene con nuestros votos en las elecciones
cuando expresamos los que pensamos y sentimos, la mantienen los jueces, los
periodistas, los electricistas, los albañiles…
Lo
que nos sucede es que vivimos una situación de una gran polarización política
al menos desde hace unos veinte años. Las actitudes y el tono de unos y otros
están muy lejos de ser ejemplares y convenientes para que la vida pública
funcione con normalidad. Pero de ahí a decir que la oposición, cierta parte de
la justicia y una parte de los medios de comunicación ponen en peligro la
democracia hay un abismo. La democracia no ha estado ni está en riesgo ni
cuando gobierna la izquierda ni cuando gobierna la derecha.
Si
lo que pretende Sánchez es el ya viejo truco de acción-reacción, debemos evitar
caer en este juego.
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