“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
23
de mayo de 2024.
Asson
– Col du Solour – Col D’Oubisque – Asson.
Distancia:
86,98 km.
Media:
14,35 km/h.
Desnivel
positivo: 1823 m.
¿Qué
decir ahora de los hermosos paisajes que he podido admirar en el día de hoy? Pues
creo que nada nuevo. Estos valles de los pirineos se les saborea, se les alaba,
se les abraza, se les anhela con una callada admiración.
Pienso
que la clave se encuentra en el silencio, en callar y subir, en callar y
pedalear, en callar y admirar, sin embargo, nos tenemos que servir de la
palabra para intentar balbucear lo indescriptible. Y claro para eso nada mejor
que la poesía, arte que no poseo en absoluto.
Es
posible, ahora, preguntarse por qué hacer un balance. Este ha sido el último
día en los Pirineos y por eso me surge la pregunta: ¿Qué sentido tiene no hacer
una reconsideración de lo vivido a la ligera y tomarse un tiempo para ver más
allá? ¿Qué hay de tan importante en hacer un estado de cuentas de lo que
sucedido estos días? ¿Acaso revivir con la memoria algunos hechos puede
resultar doloroso, al recordar el dolor de piernas? O quizá haya situaciones
que sucedieron muy rápido y no alcance a atesorarlas. Como sea, es
imprescindible hacer balances y agradecer todo, incluso aquello que no logro comprender
ahora. Esta tarea se puede considerar como una de las más importantes de nuestro
pequeño viaje por varias razones.
Porque
me ayuda a ejercitar la memoria que es ese “músculo” tan maltratado por nuestra
cultura. Los que no quieren hacer memoria viven quejándose de todo y
malhumorados, amargados con la vida porque creen que todo se les debe y nada se
les pide. Las redes sociales viajan a una velocidad indescriptible y logran
entretenernos de tal modo que lo que fue importante en su momento, al poco
tiempo resulta tan lejano y distante que hasta parece que nada tiene que ver
con nosotros. Así nuestra capacidad de memoria se fragmenta hasta desaparecer.
Por eso ejercitarse en recordar lo vivido puede ser un buen camino para ser más
feliz.
Porque
volver sobre lo vivido trae un nuevo sentido a las cosas y me permite descubrir
muchos porqués a lo que nos pasa. El gran secreto de pensar y razonar es que se
logra conectar todo y darle razón de ser, incluso a aquellas cosas que en su
momento parecían absurdas. Esta es una faceta importante en toda persona, y aquellos
que no consiguen detenerse a razonar les cuesta entender las cosas y entonces
todo lo evalúan en términos materialistas y contables.
Porque
quien no se da cuenta de lo que ha recibido nunca podrá saber aquello que es
capaz de dar. Aquí hay un punto clave para la existencia humana. Si no estamos
preparados para recibir no pensemos que podremos ofrecer algo de nosotros
mismos. Aquello de lo que nos nutrimos nos configura, nos hace ser lo que
somos. Es importante descubrir qué he recibido en esta semana para entrar en
sintonía con aquello que he ido entregando.
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