“El hombre vive una vida coherente y continua. Solo a los gusanos los puedes cortar en dos y dejar viva cada mitad” (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Existe una costumbre en muchas personas,
que para mí es un error, que les impide ir a buscar la esencia de las cosas
para quedarse solo con las apariencias, con lo que brilla o reluce. Me estoy
refiriendo a la superficialidad, tan típica de nuestra moderna sociedad,
carente de interioridad y por lo tanto tan amiga de los orientalismos y
budismos, tan de moda y que muestran solamente una falsa profundidad.
He leído, y pienso que el que lo
escribió tenía razón. Que el superficial “no penetra hasta lo profundo, ni ve
el todo. Más bien se contenta con la superficie o con una parte del todo. Amigo
de trabajos fáciles, vistosos, que no exigen demasiada labor, resulta casi
imposible de convencer de este defecto suyo: de que es superficial”.
Muchas veces tendemos a entretenernos
con la última moda, con distracciones y con los últimos artilugios que tenemos
a nuestro alcance, en lugar de dedicarnos a las cosas que realmente son
importantes. Estamos en una sociedad que exalta lo que es efímero y pone a
nuestra disposición tantas posibilidades de evasión y escape que pueden
representar un problema. Y es que hay una aparente seguridad escondida detrás
de las respuestas fáciles, frases hechas que oímos por todos lados, normas y
reglamentos que nos encontramos por todos lados.
El poco tiempo que ahora se dedica a
pensar ¿no os parece una forma de prohibirse ideas que puedan generar un amor
excesivo y vehemente a alguien o algo? Y la continua degradación de la
reflexión, que va a buscarse formas vulgares y pastiches impensables, ¿no os
parece hija del instinto de llevar siempre consigo un antídoto contra las ideas
propias, antes de que sea demasiado tarde?
Estaré loco, quizás, pero de vez en
cuando pienso que la falta de cultura es una gran moda convertida en sentido
común. Hay algo ahí que aún tenemos que comprender.
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