“Cualquier cosa hermosa siempre significa más de lo que dice” (G. K. Chesterton)
Beaudean ---
Esterre. 18/08/23
Distancia: 43,91 km. Media: 8,51 km/h. Altura: 1385
m.
Hoy ha sido uno de esos pocos días en los
que un ciclo-viajero se tiene que enfrentar a un puerto de una cierta entidad.
Si hace unos días pasamos por el puerto de Somport, hoy lo hemos hecho por el
Tourmalet y, aunque prácticamente no llevaba comida en las alforjas para
reducir el peso al máximo, he de decir; que se puede subir, es duro, pero se
puede subir.
Me emocione al llegar arriba, estos
momentos tienen para mí algo que los hace únicos, son especiales porque soy
incapaz de describirlos, nunca encuentro las palabras para expresarlos. Y, es
que cuando hace 82 días empecé este viaje no podía imaginar que subiría el Col
du Tourmalet, no entraba en mis planes adentrarme en los Pirineos y mucho menos
enfrentarme a estas pendientes, que son duras no por su inclinación sino por su
longitud.
Es verdad que había imaginado hacer más o
menos este recorrido por los grandes puertos del Tour de Francia y de la Vuelta
a España, pero siempre, en mi imaginación, los subía sin alforjas. Tal vez mi
imaginación ya se encuentre atenuada por los años. Es posible que con el paso
de los años empiece a tener miedo de utilizar la imaginación para pensar en el
futuro. ¿Por qué? Ya sé que la palabra imaginación puede despertar
connotaciones sospechosas: ¿no se tiene la idea de que es “cosa de niños”, o “del
loco del pueblo”, como si estropease el trabajo de la comedida y siempre
sensata razón? ¿No se cree que con el paso de los años la sensatez va atenuando
la fantasía, cosa que, además de ser falsa, resulta ser una gran perdida en
nuestra vida?
Pero privarse de la imaginación y de su amiga
la fantasía supone echar el cierre a la creatividad y olvidar el camino que nos
llevaba a ser más productivos en nuestros proyectos. Porque, en realidad, la
imaginación es la auténtica “madre del cordero”, el centro oculto de la realidad,
la chispa que enciende ese amor que no se cansa, la que proporciona la audacia
para cambiar el agua en vino…
Atreverse a imaginar, como cualquier
viaje, se comienza con inquietud, pero se termina con nostalgia. Y, además, no
estamos solos en esto, no olvidemos que todo lo que existe para nosotros en
este mundo comenzó porque Alguien lo imaginó primero. Bueno, entonces… ¿te
atreves?
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