viernes, 15 de septiembre de 2023

Laruns --- Sabiñanigo. 21/08/23

 “Hay quienes tienen la noción de que, cuanto más atrás en la historia, más bárbaros debieron ser los tiempos. La falacia es igual a la del hombre que al amanecer dice que, como cuatro horas antes estaba oscuro, catorce horas más atrás debería estar mucho más oscuro todavía” (G. K. Chesterton)  

 Laruns --- Sabiñanigo. 21/08/23

Distancia: 71, 61 km. Media: 11, 33 km/h. Altura: 1340 m. 

Hemos vuelto a España, con los años hemos perdido esa sensación de alegría que nos producía volver a casa, a nuestro país y, es que los tiempos al igual que nosotros hemos cambiado. Aunque pensándolo un poco no es del todo cierto o tal vez nada cierto.

Pues bien, el principio que aquí nos interesa sobre todo es éste. AL pasar esa puerta que hay en el col du Portalet hemos entrado en nuestra casa, y a los que son imaginativos les gusta mirar a través del marco de una puerta. Pero nuestra casa es mucho más grande que la puerta. La verdad es que hay quienes prefieren quedarse en la puerta y nunca dan un paso más allá, se quedan con ese pequeño sentimiento de alegría, se quedan jugando con esa sensación. De cualquier forma, lo cierto es que esa sensación puede ser usada con seriedad para construir algo o con frivolidad para echarlo todo a perder, y mucha gente parece preferirlo cuando echa algo a perder y no cuando lo construye.

Es indudable que un país, una patria, una nación, un hogar o una familia son contemplados ahora mismo solo en sus desventajas, se les ve ahora mismo luchando por su existencia y casi hechos pedazos por las fuerzas materialistas de nuestra sociedad. No diré que esas instituciones no están en su mejor momento porque supongo que nunca lo están. Siempre se quedan cortas viendo hasta donde pueden llegar.  Diría que nunca han estado peor que ahora, pero se debe principalmente a que sus enemigos han hecho todo lo peor que podían contra ellas.

Pienso que poner nombre a las cosas es el comienzo para darles una presencia real, para comprenderlas y aceptarlas o no. Lo que sí noto es que andamos muchas veces más preocupados en nombrar la palabra y en empeñarnos en su uso antes que en averiguar lo que hay detrás de ella. La recalcamos, reinventamos, modificamos, tergiversamos a veces, renombramos, manipulamos (por qué no decirlo), pero al utilizarlas ¿logramos lo que pretenden?

A veces, esas palabras provocan el efecto contrario: nos dividen, nos separan, resquebrajan una convivencia que cada vez nos resulta más difícil que sea pacífica. Quizás lo que falla es que nos hemos olvidado de lo que hay detrás de esas palabras.

Un ejemplo son estas tres palabras: país, nación y patria. Un país es el espacio geográfico, la nación la forma el armazón institucional. La patria, en cambio, es lo que hemos recibido de nuestros padres y lo que hemos de entregar a los hijos. Un país puede ser mutilado, la nación puede transformarse (en las posguerras del siglo XX hemos visto tantos ejemplos de esto), pero la patria o mantiene su ser fundante o muere; patria dice a patrimonio, a lo recibido y que hay que entregar acrecentado, pero no adulterado.

Patria dice a paternidad y filiación. Sí, patria supone soportar lo recibido no para guardarlo en conserva sino para entregarlo íntegro en su esencia, pero crecido en el camino de la historia.

Patria necesariamente entraña una tensión entre la memoria del pasado, el compromiso con la realidad del presente y la utopía que nos lleva hacia el futuro. Y esta tensión es concreta, no sufre intervenciones extrañas, no se extrapola en la confusión de la realidad presente con la memoria y la utopía engendrando fugas ideológicas esencialmente infecundas.

Leí el otro día leí que “La política está para hacer progresar el país, consolidar la nación y hacer crecer la patria”. Y, esto último es lo más difícil. La patria no es lo que yo quiero, sino lo que hemos recibido y tenemos que transmitir a nuestros hijos. Muchas veces se olvida o no se quiere recordad que la patria no es un proyecto inventado según una ideología, pues las ideologías sectarizan y deconstruyen la patria. Es muy triste cuando las ideologías se apoderan de la interpretación de una nación, de un país, y desfiguran la patria.

Hemos vuelto a nuestra Patria. Donde hemos nacido, donde se encuentra nuestra gente, nuestro folklore, nuestras costumbres, así como nuestra historia pasada y presente.

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