“La Biblia nos dice que amemos a nuestros vecinos y también a nuestros enemigos; es probable que nos lo diga porque generalmente, son los mismos” (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
A mí me gusta pensar que quedar
fascinado por algo nunca es negativo de por sí. Hay que mirar con simpatía
todos los aspectos de la realidad, incluida como no la tecnología. Ahora bien,
ante el atractivo que sin duda tiene la tecnología, cada persona tendrá que
decidir si la bloquea por miedo a la dependencia que pueda sufrir, o bien puede
utilizarla para seguir toda la realidad que nos rodea, abierto por supuesto a dar
los pasos necesarios que nuestra experiencia nos irá mostrando.
En este caso de la tecnología, hay que
saber que la cantidad de datos y de material que te puede ofrecer un ordenador no
va a resolver el problema del conocimiento. Tomemos por ejemplo cuando queremos
hacer alguna averiguación. La cantidad ilimitada de datos que nos mostrara en
el momento en que buscamos en internet no es más que el comienzo. Luego cada
uno tendrá que valorar la fiabilidad de esos datos para poder alcanzar una
certeza razonable sobre lo que es verdadero o no. Todo esto va a despertar en
nosotros aún más la búsqueda de verdad que reside en cualquier actividad de
investigación. El problema, aunque nos pueda parecer lo contrario se agrava
porque antes, cuando hacías una búsqueda en la biblioteca, no disponías en tan poco
tiempo de todo el material que ahora la tecnología es capaz de poner a tu
disposición en unos instantes. La cuestión, por tanto, es secundar las
preguntas que surgen, y esto supone una gran ocasión. La tecnología nunca
resolverá todas las cuestiones que suscita. Por tanto, la única forma de no
sufrir esa alienación tecnológica es sencillamente secundar las preguntas que
la propia tecnología nos suscita.
Si nos fijamos cada día la tecnología
nos da más poder y vivimos nuestro día a día mediante una relación de unión con
las máquinas que gestionamos, y con muchas de ellas estamos conectados aun
cuando no las estamos utilizando. Sin embargo, corremos un riesgo, el de ser unos
meros espectadores debido al gran desarrollo de los mecanismos de gestión de
las máquinas y de su autocontrol.
¿Cómo vamos a evitar resultar ser innecesarios?
Podemos ceder a la tentación de dejarnos llevar, de soltar los remos pues la
pereza siempre nos estará acechando y entonces acabaríamos siendo superfluos.
El tema es si esa solución es la adecuada y si nos satisface de verdad. Si
dejamos todo el trabajo en la llamada inteligencia artificial, podremos pensar
que hemos hecho un buen negocio, pero en realidad solo nos habremos debilitado
como personas y será cada vez más difícil vivir en la realidad. Habremos
perdido la ocasión de crecer como personas y por tanto de estar dispuestos a
afrontar los desafíos que la vida no nos va a ahorrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario