“Es el hombre casero y no el hombre salvaje, igual que es el perro doméstico y no el salvaje, quien realmente lucha con los ladrones y muere en su puesto” (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
En estos días en los que voy poniéndome
otra vez al tanto de la actualidad, y después de haber leído las últimas
noticias políticas y económicas en varias webs de periódicos, en los
editoriales y las opiniones más respetables, sin darme cuenta me he encontrado leyendo
las secciones de sociedad en busca de algo más tranquilo y convincente, más
descansado, más cercano y próximo a la vida real.
Sin
embargo, a medida que iban pasando las webs, al pasar de una realidad increíble
a una ficción relativamente creíble, me he encontrado con algunas frases sobre
la degeneración social que estamos sufriendo y que según mi forma de ver la
actualidad está sucediendo. Son frases ya estereotipadas y que como suelen ser
estas declaraciones su intención es tranquilizarnos. Son de este tipo; “esto no
es tan grave”. Los artículos de prensa tranquilizadores vienen a decir que esos
temores sobre la degeneración de la sociedad no deben inquietarnos, porque
tales temores han existido en todas las épocas. Lo que intentan hacer tales
afirmaciones es tranquilizar nuestra inteligencia; o sea, lo que hacen es impedirnos
pensar.
El
medio de comunicación o la persona que de esa manera elogia cómo va la sociedad
desoyendo las protestas y como progresa no piensa que sea necesario avanzar más.
Cuando se desechan las quejas por considerar que son viejas y muy repetidas no
cree que sea necesario decir nada nuevo. Se contenta con esa disculpa de que “pasa
siempre” y parece incapaz de mostrar otro pensamiento sobre el tema. Es verdad,
es cierto que la idea del declive de un Estado ha sido esgrimida en muchas
ocasiones y por muchas personas.
Puedo
intentar explicarlo de otra manera. Se debe de juzgar la posibilidad de una
pretendida degeneración de una sociedad según sus propios merecimientos. No me
vale como respuesta decir lo que, por supuesto, es perfectamente cierto:
algunas personas tienen propensión natural al pesimismo. Pero no las juzgamos a
ellas, sino a la situación que están enjuiciando ya sea acertada o
desacertadamente.
Podemos
demos decir que a los estudiantes les ha disgustado siempre tener que ir a la
escuela. Pero existe una cosa que es una mala escuela. Puedo decir que los
agricultores siempre se quejan del tiempo. Pero hay una cosa que es una mala
cosecha. Y tenemos que considerar como una cuestión de hecho en cada caso, y no
de sentimientos del agricultor o del estudiante, si muchas cosas nos indican
que habrá una mala cosecha o si se tiene la perspectiva de tener una mala escuela.
Ahora
bien, las razones para juzgar amenazante y trágico el problema actual de
Europa, y especialmente de España, son razones enteramente objetivas y nada
tienen que ver con esta disposición de ánimo propicia a la reacción
melancólica.
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