viernes, 22 de septiembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!!

 “Es el hombre casero y no el hombre salvaje, igual que es el perro doméstico y no el salvaje, quien realmente lucha con los ladrones y muere en su puesto” (G. K. Chesterton)  

¡¡¡Buenos días!!!

En estos días en los que voy poniéndome otra vez al tanto de la actualidad, y después de haber leído las últimas noticias políticas y económicas en varias webs de periódicos, en los editoriales y las opiniones más respetables, sin darme cuenta me he encontrado leyendo las secciones de sociedad en busca de algo más tranquilo y convincente, más descansado, más cercano y próximo a la vida real.

Sin embargo, a medida que iban pasando las webs, al pasar de una realidad increíble a una ficción relativamente creíble, me he encontrado con algunas frases sobre la degeneración social que estamos sufriendo y que según mi forma de ver la actualidad está sucediendo. Son frases ya estereotipadas y que como suelen ser estas declaraciones su intención es tranquilizarnos. Son de este tipo; “esto no es tan grave”. Los artículos de prensa tranquilizadores vienen a decir que esos temores sobre la degeneración de la sociedad no deben inquietarnos, porque tales temores han existido en todas las épocas. Lo que intentan hacer tales afirmaciones es tranquilizar nuestra inteligencia; o sea, lo que hacen es impedirnos pensar.

El medio de comunicación o la persona que de esa manera elogia cómo va la sociedad desoyendo las protestas y como progresa no piensa que sea necesario avanzar más. Cuando se desechan las quejas por considerar que son viejas y muy repetidas no cree que sea necesario decir nada nuevo. Se contenta con esa disculpa de que “pasa siempre” y parece incapaz de mostrar otro pensamiento sobre el tema. Es verdad, es cierto que la idea del declive de un Estado ha sido esgrimida en muchas ocasiones y por muchas personas.

Puedo intentar explicarlo de otra manera. Se debe de juzgar la posibilidad de una pretendida degeneración de una sociedad según sus propios merecimientos. No me vale como respuesta decir lo que, por supuesto, es perfectamente cierto: algunas personas tienen propensión natural al pesimismo. Pero no las juzgamos a ellas, sino a la situación que están enjuiciando ya sea acertada o desacertadamente.

Podemos demos decir que a los estudiantes les ha disgustado siempre tener que ir a la escuela. Pero existe una cosa que es una mala escuela. Puedo decir que los agricultores siempre se quejan del tiempo. Pero hay una cosa que es una mala cosecha. Y tenemos que considerar como una cuestión de hecho en cada caso, y no de sentimientos del agricultor o del estudiante, si muchas cosas nos indican que habrá una mala cosecha o si se tiene la perspectiva de tener una mala escuela.

Ahora bien, las razones para juzgar amenazante y trágico el problema actual de Europa, y especialmente de España, son razones enteramente objetivas y nada tienen que ver con esta disposición de ánimo propicia a la reacción melancólica. 

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