“Todavía hay esperanza, cuando nos enfrentamos sin prejuicios a un problema sin solucionar. Sin embargo, no hay esperanza si actuamos como si el problema no existiese.” (John Henry Newman)
Sopelana – Mundaca. 02/08/23
Distancia: 41,81 km. Media: 11,62 km/h. Altura: 774
m.
Voy a continuar con el núcleo de la rueda
trasera haciendo ruido y confiando en el mecánico de Bilbao, sé que a pesar de ello
se puede romper y quedarme sin pedalear por lo que he tomado todas las medidas
que pienso son necesarias para que esto no suceda, si es que sucede, lo más
tarde posible.
Tenemos un problema y a partir de ahora
hay que tenerlo siempre presente, es solo un atractivo más en este interesante
viaje.
A veces puede parecer que quejarse sea
necesario y que lo hacemos siempre que podemos, cualquier ocasión es buena para
quejarse.
Tenemos tan asimilado en nuestra forma de
ser el descontento que a veces ni siquiera nos damos cuenta de la fuerza con la
que se manifiesta. Por cierto, no se trata sólo de lo que decimos, sino de todo
nuestro cuerpo: nuestros gestos, la expresión de nuestra cara, nuestra postura
corporal. Es cierto que tengo algunos motivos para preocuparme por la
bicicleta, pero me parece más importante plantearse la pregunta: ¿tengo alguna
esperanza de que no se rompa y solo sea el ruido? Según los mecánicos que la
han visto parece que hay esperanza.
Ahora no se trata de realizar un cambio
de humor y de decirse “al mal tiempo buena cara”, se trata de disfrutar de cada
día de pedaleo como de un regalo que me han hecho. De estar contento en cada
final de etapa por haberla podido terminar pedaleando.
En adelante, el ruido del núcleo pierde
el poder de dominar el viaje y de forzarme a la desesperanza. Por el contrario,
la alegría de seguir pedaleando ya no se puede parecer a una alegría barata y
superficial, sino que es una manifestación de fuerza interior que hunde sus raíces
en lo más hondo.
Hay que estar alegre, hay que tener
alegría, no porque no experimente problemas, sino porque tengo una solución más
poderosa que ellos, y tengo la certeza de que, en última instancia, todas las
dificultades de la vida terminan justamente al borde de la eternidad.
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