“No tienes un alma. Eres un alma. Tú tienes un cuerpo.” (C. S. Lewis)
Lekumberri --- Llumbier. 06/08/23
Distancia: 80,17 km. Media:14,82 km/h. Altura: 986 m.
Otra etapa larga, aunque por poco, pero
se han superado los 80 kilómetros y casi llegamos a los 1000 metros de altura,
lo que ya supondréis que ha sido un esfuerzo más que interesante.
Desde que he dejado de seguir la costa,
de ver el mar, siento una especie de encogimiento, de estrechez pues el
horizonte ya no es tan grande y eso me produce una sensación de soledad que se
mantiene hasta que llego a una cima, son horas hasta que el horizonte se abre y
vuelve a ser inmenso, pero he tenido que sufrir, me he tenido que esforzar para
conseguirlo, hasta ahora, con solo girar la cabeza a la izquierda casi seguro
que ahí estaba la inmensidad del mar.
Esto, me ha hecho reflexionar sobre algo
de lo que he oído hablar en bastantes ocasiones, la “cultura del esfuerzo”, que
en un principio me parece algo positivo, sin embargo, hace unos días casi sin
esfuerzo tenía grandes horizontes a vista y ahora debo realizar un esfuerzo
mucho mayor para alcanzar una sensación parecida.
Digamos que el esfuerzo es algo positivo
para la vida, es muy difícil llevar una vida plena si no estamos dispuestos a
esforzarnos. Por ello educar en el esfuerzo es un camino positivo para las
personas que lo llevan adelante y también para la sociedad en su conjunto.
Ahora bien, cuando unimos la cultura del esfuerzo a la cultura del éxito, el
fomento del esfuerzo puede traer consecuencias contrarias a las que pretende.
Aunque el esfuerzo es algo imprescindible
para lograr algo, no es la única variable que nos lleva a conseguir lo que
queremos. Que logremos los objetivos que nos proponemos o que alcancemos metas
deseadas por muchas personas no solo depende del esfuerzo, sino que juegan
muchas otras circunstancias que también influyen.
Uno de los factores que se une al
esfuerzo para que tengamos éxito es, por ejemplo, la suerte. Otro factor que se
une al esfuerzo es el momento histórico en el que nos encontramos o la sociedad
en la que vivimos. Un mismo nivel de esfuerzo también va a traer resultados
diferentes si hemos nacido en un país pobre y en una aldea perdida o si lo
hemos hecho en un país rico en una población cercana a centros económicos y
culturales.
No es lo mismo nacer con un cuerpo
adecuado para el deporte, que tener unas condiciones físicas que no nos
permiten realizar grandes avances en nuestro entrenamiento. El esfuerzo es
necesario, pero no lo es todo. Hay muchas otras cosas que influyen en los
resultados de nuestros esfuerzos y que no dependen de nosotros.
Ahora bien, la “cultura del esfuerzo” tiene
una parte negativa que tiene que ver con el objetivo que pretendemos con el
esfuerzo. Porque un esfuerzo puede dirigirse en diferentes direcciones y en la
sociedad actual se orienta al logro de éxito en la vida, y en nuestra sociedad
esto se suele identificar con: salud, amor y dinero.
Si hablo de esfuerzo y lo enfoco únicamente
hacia el éxito puedo llegar a pensar que si me esfuerzo lo suficiente alcanzaré
siempre mi objetivo, y esto no es verdad. Es decir, puedo pensar que es el
esfuerzo el único factor que me llevará al éxito, que todo está en mis manos y
por ello, si no lo logro es porque no me he esforzado lo suficiente. Y así, nos
podemos encontrar con muchas personas que se han esforzado mucho y no han
logrado nada, y es que hay más personas que no lo alcanzan lo que pretenden que
aquellas que lo hacen.
Esto tiene como consecuencia que muchas
personas saben que siempre van a ser unos “fracasados” y, al percatarse de que
no van a poder conseguir sus objetivos creen que no vale la pena esforzarse. El
que sabe que alcanzar los primeros lugares es solo para unos pocos y no depende
solamente de su esfuerzo, se puede preguntar: ¿Para qué voy a afanarme más si
nunca lo voy a alcanzar? Por ello, insistir mucho en que el esfuerzo es el
único camino válido para lograr los objetivos soñados, tiene una consecuencia
no deseada que es la gran cantidad de personas que dejan de esforzarse porque
saben que nunca llegarán.
Esto puede crear una gran cantidad de
personas que no se esfuerzan, que saben que todo aquello que hagan es estéril, así
que ¿Para qué esforzarse? ¿Para qué trabajar con ahínco en algo que está fuera
de nuestro alcance? Hay muchas personas que se sienten engañadas porque después
de esforzarse, no han logrado el éxito deseado y, además, pueden ser acusadas de
no haberse afanado lo suficiente.
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