“Una gran memoria nunca se considera sinónimo de sabiduría, como tampoco un diccionario es lo mismo que un tratado” (J. H. Newman)
Jaca --- Jaca. 09/08/23
Distancia: 0 km. Media: 0 km/h. Altura: 0 m.
Día de preparación y de un poco de
turismo, que también viene bien de vez en cuando. Un día, también para realizar
algunos cambios en lo que queda de este viaje en los que estoy recorriendo todo
el perímetro de la península Ibérica.
Voy a intentar que estos 10 o 12 días que
quedan sean diferentes y enfocarlo más a mi afición al ciclismo. He diseñado
unas etapas en las que espero recorrer algunos de los puertos pirinaicos más
famosos en el Tour de Francia y de la Vuelta a España.
Hoy aparte de hacer un poco de turismo
he preparado un viaje relámpago a Pego para subir a Carmen y su bicicleta, pues
estos días los vamos a realizar juntos.
Suele decirse en esto de los viajes en
bicicleta que: “sin nadie a quien esperar, uno va más rápido.” Puede que sea
así si se quiere viajar deprisa, pero no es así en el cicloturismo al estilo clásico,
donde el ritmo tranquilo y sosegado es lo que predomina.
Según mi opinión, en el cicloturismo
clásico hay algunas cosas que solemos hacer y que están en la base de la filosofía
cicloturista. Una filosofía que nos invita a parar, contemplar y meditar.
Contemplar la naturaleza y todo lo que nos rodea, y meditar con una actitud
pausada y reflexiva.
Muchas cosas que hacemos durante un día
de viaje pueden interpretarse desde esta clave, como momentos de meditación.
Cuando repasamos la etapa del día, por ejemplo, ¿no es acaso una forma de traer
de nuevo a la memoria lo vivido, para saborearlo y digerirlo despacio? Y la preparación
de la etapa siguiente, ¿no es también una forma de asimilar la experiencia que
tenemos para plasmarla en ella?
En nuestra época, sin embargo, la
capacidad humana de meditar se está atrofiando por las prisas en muchos órdenes
de nuestra existencia, así como por la falta creciente de la atención.
El que medita, en sentido espiritual, es
el sabio. Ahora bien, en una época marcada por la comercialización de la
atención y la distracción constante ocasionada por los dispositivos digitales,
¿cómo podemos recuperar la serena atención que es exigencia de una vida sabia?,
¿qué prácticas cotidianas pueden reconectarnos con nosotros mismos, con los
demás y permitirnos saborear de nuevo la vida?
Perder la capacidad de meditar nos
condena a vivir en la inmediatez, la superficialidad y la ansiedad.
Parar, meditar y saborear despacio la
vida nos ayuda a vivir con sensatez, profundidad y serenidad.
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