jueves, 24 de agosto de 2023

Mundaca -- Lekeitio. 03/08/23

 “Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto.” (G.K. Chesterton)


Mundaca -- Lekeitio.  03/08/23

Distancia: 34,84 km. Media: 11,98 km/h. Altura: 547 m.

Una etapa recorriendo el interior del país vasco para encontrarme con el Cantábrico en un lugar que a mí me impresiono, Lekeitio. Después de recorrer la gran mayoría de kilómetros por los tranquilos y solitarios bosques, siempre acompañado por el ruido de mi rueda trasera en las bajadas, encontrase con el mar ha sido, otra vez, motivador.

Y lo ha sido porque no he podido dejar de recordar y pensar en Atahualpa Yupanqui y su canción: Los ejes de mi carreta. Una canción que describe bastante bien, en su primera parte, mi pedaleo por estos bosques, sin embargo, no comparto su conclusión.

El protagonista de la canción ha perdido la ilusión, y no necesita silencio porque ya no tiene nada en que pensar y decide que es mejor escuchar el ruido de su carreta para que le distraiga que pensar en cómo solucionar sus problemas que sin duda parece que tiene. Parece despechado, decepcionado de la vida y resignado a su suerte, se ha rendido.

En su parte final, lo que al principio parece ser un canto a la libertad se convierte en un canto a la desilusión y al abandono cuando finaliza con: “Los ejes de mi carreta nunca los voy a engrasar “. Pues no estoy de acuerdo.

Como tampoco lo estoy con esa estrofa triste y desilusionada:

“No necesito silencio

Yo no tengo en qué pensar

Tenía, pero hace tiempo

Ahora ya no pienso más”

Mientras uno siga pensando, se puede cambiar el rumbo. Es decir, si alguien se ha atrevido a andar en alguna dirección, puede desandar lo andado y llegar a otro lado. El propósito del pensamiento es llegar a algún lado y aunque es posible llegar a diferentes conclusiones, el ser humano tiene la libertad de elegir su rumbo. Pero es necesario que primero uno se anime a caminar, a pensar.

Lo que sucede hoy en día en demasiadas ocasiones es la absurda suposición de que un hombre es de alguna manera sensato y bien preparado porque no ha llegado a alguna conclusión, y que un hombre es de algún modo apartado y no tenido en cuenta porque ha llegado a una conclusión.

Es absurdo el rechazar a una persona que piensa, que razona, sólo porque se haya esforzado por alcanzar el objeto de su razonamiento. En nuestros días se rechazan las conclusiones porque una vez que se llega a una conclusión se rechazan todas las demás y esto “es injusto” para esas conclusiones.

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