“Aburrirse es besar a la
muerte”. Ramón Gómez de la Serna.
Cudillero - Andromero.
24/07/23
Distancia: 42,08
km. Media: 13,97 km/h. Altura: 612 m.
No hay mucho tiempo ni
muchas ganas de ver los resultados de los comicios de ayer pero no existe más
remedio, pues en todos los bares y cafeterías donde me he detenido, dos para
ser exactos, esta mañana en los televisores siempre estaban comentando lo
mismo, los resultados.
He repasado, yo también,
esta tarde con un poco de tranquilidad esos resultados, y la pregunta que me he
hecho es: ¿Qué me dicen los resultado del 23J? Esta es una interpelación
necesaria, personal, porque si no me formulo este tipo de preguntas nunca
encontraré respuesta a si lo que estamos haciendo contribuye a una sociedad
mejor.
Algunas personas he
visto que con el mejor de los propósitos, lo solucionan por el camino de descalificar
por completo el sistema. Si yo pensara así, todo lo que considero necesario
para una sociedad mejor resultaría de una gran inutilidad; sería innecesario,
porque donde debo aplicar esas ideas es en el actual orden de cosas.
Dicho todo lo anterior,
lo primero que tengo que decir es que el resultado de las elecciones muestra lo
que sucede cuando mis nuestras ideas, a pesar de ser las de una parte muy grande
de esta sociedad, están ausentes de la vida pública. Si esto es así, significa
que está ausente una parte muy importante de la sociedad española, la que como
yo cree que se debería servir a la caridad y amistad en la política, a la
verdad, la libertad y la justicia, al bien común, al destino universal de los
bienes, a la solidaridad, a colocar en primer lugar a los pobres, a la
participación y a la aplicación del principio de subsidiaridad, para que
estuvieran presentes en las políticas públicas y guiaran el trabajo del
gobierno.
Esa parte de la sociedad
que piensa de esa forma y promueve la aplicación de esos principios, no se
encuentra ubicada donde debería estar. En los lugares públicos donde se podría
conseguir algo. Y ni siquiera está en los debates para explicar cómo hacerlo.
Sencillamente camina desaparecida, o nos engañamos con sucedáneos como el voto por
el mal menor.
En fin, se ha votado,
pero el debate político no ha terminado ni tampoco la campaña electoral. Primero,
porque el PP, para que pueda formar gobierno, algo más que improbable, o que
tal como se da por descontado, lo consiga el PSOE, a pesar de que necesita la
colaboración de Junts per Catalunya, que se lo ha negado en todas las ocasiones
anteriores y que tiene en sus manos la repetición electoral, algo que si
significaría en esta ocasión de verdad un pulso al estado. Veremos si
Puigdemont lanza el envite, o como en otras ocasiones, se convierte en palabras
vacías.
Pero incluso en el caso
de que el PSOE forme gobierno, la cuestión solo habrá comenzado y además mal.
Primero porque la coalición gubernamental del PSOE no es con un solo partido,
Sumar, sino con los ocho de esta coalición, que disponen de entre uno y diez
diputados cada uno (Por ejemplo, UP tiene cinco, los mismos que Izquierda
Unida). Del total, solo 10 están bajo la disciplina directa de Yolanda Díaz. Y
a esto hay que añadir la coalición parlamentaria como mínimo con Bildu, PNV,
ERC, quizás BNG.
Si resulta que un
gobierno fuerte ya tendría muchos problemas, pues no hay que olvidar unos
cuantos asuntos por ejemplo: este año habrá menos recaudación del estado y, por
consiguiente, menos ingresos. Hay que solucionar el desastre de los fondos europeos,
pues aún no se han solicitado el primer pago. Hay que renegociar muchas de las
condiciones que el Estado asumió, como los peajes de las autovías si es que se
quieren cobrar esos 10,000 millones. Sin olvidar que se debe hacer un fuerte
control del déficit.
Para ello el gobierno
que salga se verá obligado a reducir el gasto público para mejorar la salud de
las finanzas que se verán gravadas por otra carga como es la subida creciente
de los tipos de interés y, por tanto, el fuerte endeudamiento español que va a
tener una factura mucho más alta.
No quiero olvidarme que
se deberá absorber el gasto que ha realizado Sánchez en está legislatura y que
se ha trasladado al futuro, es decir, para el año que viene, y en este mismo
sentido verá cómo va creciendo la nómina del estado debido a la contratación
masiva de funcionarios e interinos, que ha efectuado.
Todos estos grandes
obstáculos y otros más que existen y que tienen que añadirse, no deben
interpretarse como un malévolo consuelo de desear el mal, sino como la muestra
de una lista de problemas que se han ido enmascarando o aplazando y que Sánchez
o en su caso Feijóo deben abordar.
Y no es un consuelo
porque el daño de todo esto no lo sufren los políticos, sino nosotros, la gente
de a pie.
Y ante este escenario
hay que exigir verdad, eficacia y eficiencia. Porque solo si recuperamos la
verdad para la política, empezaremos a resolver las crisis acumuladas que nos
ahogan.
Hay pues un trabajo por
hacer, nosotros tenemos la obligación de servir a la verdad, la justicia y la
libertad, en la concordia, que es la otra gran necesidad de la destructiva
política española. Tenemos que concordar, que no es otra cosa que unir la
critica a lo que se ha hecho mal con el respeto a quien lo ha hecho mal. Y, todo
eso difícilmente se podrá realizar, siendo realistas, de otras manos que no
sean las nuestras. No porque seamos mejores, sino porque para nosotros es un
mandato.
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