“Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias sino en hacer perfecto lo ordinario” – San Gabriel de la Dolorosa.
09/08/22. Martes.
Au an der Danau --- Melk.
Distancia: 88 km. Velocidad
media: 15’04 km/h. Altura subida: 258 metros.
Ya con todos los
problemas de la bicicleta solucionados hemos realizado una etapa en la que la
tranquilidad ha sido la tónica dominante.
Hemos estado en la abadía
de Melk, aunque no la hemos podido visitar ya que hemos llegado tarde, y ya
estaba cerrada. Pero da igual, ha sido un día de los que se podrían denominar como
de ciclo turismo serio. Se suele pensar, creo yo que equivocadamente, que
“serio” es lo contrario de “divertido”, cuando lo contrario de “divertido” es
“aburrido” y nada más.
He sido un día de ciclo-viaje
real, con los suficientes kilómetros para poder disfrutar de la bicicleta,
también ha sido de verdadero ciclo-turismo pues en todo momento la bicicleta ha
sido la verdadera protagonista, y porqué no, también sincero pues ha transcurrido
según nuestra forma de entender un viaje sin nada más. Por eso aunque ha sido
una etapa seria también lo ha sido divertida.
Y, sin un motivo claro, sin una relación
aparente y como suelen a veces suceder estas cosas me ha llegado a la mente una
canción bastante vieja, es de Supertramp: Canción lógica. La historia es muy
sencilla: de adolescente lo ves todo estupendo, la vida es mágica. Luego te
envían a estudiar, a la universidad supongo, con la intención de hacerte
sensato, responsable, lógico. Y el resultado es que uno pierde la ilusión por
vivir, porque al someterte al sistema descubres que eres respetable,
aceptable…¡un vegetal! Como es una canción se puede permitir exagerar, pero
creo que todos experimentamos algo parecido a medida que pasa el tiempo y nos
vamos transformando en ese extraño sujeto que llamamos “adulto”.
Parece como si ser serio
supusiera parecerse a un vegetal, algo así como si a medida que nos integramos
en la vida social se nos invitara a sentir, o a padecer, lo justo para no
desentonar. Nuestra vida rutinaria, lo cotidiano, lo de todos los días, se
encarga de que efectivamente, nos vayamos domesticando. Y entonces, como no
somos vegetales, hay que buscar momentos, personas, actividades que nos
permitan sentirnos vivos. O así lo interpretamos. Y entonces reaccionamos y nos
sentimos en la necesidad de salirnos del carril, excedernos, desparramar. Consideramos
que lo normal es tan aburrido que no puede ser normal. Los excesos nos resultan
tan deslumbrantes que tampoco pueden ser normales. Resulta que el punto en
común de esta normalidad o de estos excesos es que todo empieza y termina en
nosotros.
Y ese es el principal problema. Mejor dicho,
el problema. Nunca podremos sentirnos vivos y encontrar las cosas divertidas si
solo estamos pendientes de nuestros sentimientos, de nuestras sensaciones. De
nuestro ombligo. Para saber qué somos, o quienes somos, necesitamos a otros,
aunque sólo sea para preguntárselo. Para saber si somos normales necesitamos
levantar la vista y mirar a nuestro alrededor.
Puestos a sentirnos
vivos, profundamente vivos, se me ocurre otra línea de excesos. Se me ocurre
que hay que compartir todo lo que nos ha resultado interesente, mostrarlo, y
aunque la abadía estaba cerrada, no pasa nada, otra vez será. Hay que decir que
vale la pena subir y verla, aunque solo fuese por la ilusión de visitar un
lugar tan emblemático para el cristianismo, que las vistas que desde ella se
ven del Danubio merecen ser vistas, que Melk es un bonito pueblo para visitar y
pasar la tarde, y que sin duda se puede volver para ver lo que no hemos visto
pero hemos adivinado.
En fin un día muy serio
el de hoy.
Buenos días.
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