“Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias sino en hacer perfecto lo ordinario” – San Gabriel de la Dolorosa.
10/08/22. Miércoles.
Melk --- Tullun.
Distancia: 80 km. Velocidad media: 14,45 km/h.
Altura subida: 196 metros.
Ha transcurrido la etapa de hoy, como no podía
ser de otra manera, al lado del cauce del Danubio, sin embargo, lo hemos hecho
a unos cientos de metros de su orilla lo que ha permitido poder cruzar innumerables
pueblos y sus campos, que en el día de hoy han sido predominantemente de viña.
Aunque no ha sido tan llano como en días
anteriores, no se puede decir que haya tenido subidas de las que se quedan en
la memoria, como ya se sabe, la mayoría de los pueblos a la ribera de los ríos suelen
estar situados en pequeñas lomas.
Protegerse de las crecidas de los ríos siempre ha
sido un punto clave para la situación de los asentamientos alrededor de los
ríos y el Danubio es un “señor” río que supongo que se pondrá peligroso cuando
las lluvias o los deshielos hagan crecer su caudal.
Podemos acampar en la orilla de un río si estamos
seguros de que no va a llover con fuerza, pero si lo que queremos es establecer
un asentamiento para más tiempo, en el que podamos estar durante años, lo normal
es estudiar un poco más el lugar y edificar en un lugar seguro, que por lo
general es a unos metros sobre el nivel del agua.
Esto está muy bien, y estoy seguro de que siempre
se toman las medidas que en su momento se creen oportunas para que no ocurra
ningún desastre en forma de inundación. Sin embargo, los desastres naturales
existen y han existido siempre.
Tsunami, huracanes, terremotos, tifones,
inundaciones y tormentas tropicales son algunos de los desastres naturales que
no cesan de sucederse, y es que la naturaleza tiene sus leyes, aunque no es
consciente de ellas. En realidad, los árboles no se dan cuenta de que rompen el
asfalto con sus raíces, el agua al correr tampoco sabe si nos permite disfrutar
de preciosas cascadas o si mata muchas vidas por invadir con su ímpetu. En cambio,
el hombre sí puede conocer estas leyes... No es un ser más de la naturaleza,
otro árbol. Somos el único ser en la Tierra que puede conocer las leyes de
naturaleza. Aunque la majestuosidad de un bosque o de un río nos infunde
respeto y nos extasiamos ante fenómenos y paisajes a veces tan bellos y terribles
a la vez, nos damos cuenta de que somos superiores. Nuestra dignidad no sólo
nos permite admirar y respetar o destruir y contaminar... Podemos entender la
naturaleza para intencionalmente transformarla o influir en sus sucesos con un
fin, ojalá bueno.
Tenemos aun mucho camino que recorrer, los
científicos sin duda podrían desarrollar aún mucho más las posibilidades de
predecir los terremotos, huracanes, etc. para poder prevenir a tiempo
catástrofes y evitar muchas muertes de seres humanos. Conviene invertir en este
tipo de estudios y en los medios para prevenir o remediar tragedias, igual en
los países más desarrollados que en los más pobres.
Y, aunque todo lo anterior tiene como punto de
referencia proteger la vida de los hombres, esto no disminuye la importancia de
cuidar el medioambiente. Todo lo contrario. Sin embargo, es bueno recordar y no
olvidar las razones correctas para los programas ecológicos. Intentamos evitar
la contaminación del aire por las negativas consecuencias que tiene para
nuestra salud. No hay que pisar el césped, no porque le duela a la hierba, sino
para que todos podamos disfrutar de un bonito jardín. Si no matamos sin
necesidad a un pequeño pajarito, debe ser porque no es digno del hombre matar
sin necesidad. Destruir lo bello y lo bueno sin una razón que lo justifique…
todos intuimos que va contra nuestra dignidad. Incluso un niño a quien aún
nadie se lo explicó, lo sabe. Por tanto, es bueno cuidar la naturaleza y
respetar sus leyes, porque ese comportamiento afirma la dignidad humana.
Además, no cultivo las rosas por las rosas, sino para poder regalar las más
hermosas. Las flores no necesitan de mi respeto, pero las personas sí tienen
derecho a ver flores bonitas.
Nos gusta viajar en bicicleta entre otras cosas porque
nos apetece salir a la naturaleza. Experimentamos que contemplar un bello
paisaje nos inspira paz y nos relaja. Nos damos cuenta de que existe algo en la
naturaleza que nos aporta esa armonía que buscamos, y es comprensible que nazca
en nosotros el deseo de vivir en armonía con la naturaleza. Podemos ignorar,
sin duda, de dónde vienen las leyes, el orden y la grandeza que admiramos. Pero
lo maravilloso es que, a diferencia de los pájaros o los árboles, nosotros,
queriendo ordenar nuestra vida, tenemos la capacidad de conocer de dónde viene
el orden y seguirlo libremente.
Los árboles y pájaros necesariamente obedecen
ciegamente ese Orden, esa Sabiduría y sus leyes. Ciertamente el orden que rige
nuestra vida humana es un poco más complicado, no se reduce a leyes biológicas
y físicas, pero de todas formas podemos descubrirlo y respetarlo por decisión
personal.
Buenos días.
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