“Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias sino en hacer perfecto lo ordinario” – San Gabriel de la Dolorosa.
Mañana por la mañana nos
vamos, nos ponemos en marcha para comenzar una nueva ruta en bicicleta. Vamos a
comenzar con dos días de coche hasta llegar a Passau, días que no van a ser lo
aburridos que se puede pensar al tener que pasar tantas horas sentado y mirando
por la ventanilla el paisaje que nos deja adivinar la autopista. No van a ser
aburridos, pues he dejado toda la tarea de recoger información sobre la ruta
para estos dos días y su noche.
Por lo general, me gusta
planear los viajes todo lo que puedo para después tener una base para poder tomar
una decisión con un poco de acierto entre todas las variantes que siempre
surgen, me gusta pasar por un lugar y recordar algún dato sobre él, aunque no
lo recuerde con exactitud y muchas veces este equivocado, me hace sentirme con
en casa o al menos en un lugar no del todo desconocido.
Es tener la sensación de estar
descubriendo algo nuevo y a la vez sentirse como en casa.
Por mucha información que
seamos capaces de recoger y de asimilar, cuando viajamos en bicicleta partimos
de un lugar conocido para ir a lo desconocido e imprevisible, dejamos la
seguridad para vivir a la intemperie. Va ha ser así por mucho que queramos
prepararnos y estudiar todo lo que nos podamos encontrar.
Esta claro que nuestra
ruta debe apuntar siempre a la meta, al lugar donde pensamos llegar. Y para
llegar a la meta hay que hacer muchas correcciones y tomar desvíos que no
habíamos previsto. Y para que ello sea posible hay que estar pegado a un mapa,
haberlo estudiado antes y tener bien marcada la meta, ahora en estos días de
coche hay que buscar el mejor camino, cosa que tenemos ya clara pues vamos a
seguir la Euro Velo 6, pero hay que buscar los lugares más interesantes para,
si es posible, visitarlos.
Sin un mapa muchas veces
no somos nadie, pero el mapa, ese pequeño papel, es un seguro de vida, nos hace
encontrar el camino que tenemos que recorrer, nos confirma si la meta es lejana
o cercana, nos asegura si vamos en la dirección correcta o nos alerta si vamos
en la contraria.
Algunas veces tenemos además una guía y
entonces todo cambia. Nos fiamos de esa información, nos ponemos en sus manos
sin dudar que nos indicará los mejores sitios, los más interesantes, a donde
nosotros querríamos ir. Nos fiamos de su experiencia. El escritor ya ha
recorrido el camino primero y por eso nosotros ahora le seguimos. Pero cuando
llegamos al sitio, ahí nosotros volvemos a tener el papel principal, la guía te
explica, te da datos, pero la experiencia de ver las cosas, de descubrir los
detalles y grabarlos en la retina, eso sólo lo podemos hacer nosotros.
Cuando vuelves a un sitio donde ya has estado
antes, no es tu casa, pero empiezas a sentirte en ella; ya no nos guía el mapa
sino el recuerdo de los sitios que nos son familiares, por los que hemos pasado
y en los que disfrutamos, allí donde nos ocurrió algo. Pero no nos quedamos
ahí; nos aventuramos a descubrir nuevos lugares, nuevas rutas, hemos perdido el
miedo a extraviarnos, porque sabemos que ya controlamos la zona.
Y entonces llegas a la
ultima fase, a ese momento en el cual te acabas convirtiendo en una guía, ahora
somos nosotros el mapa de aquellos que quieren conocer aquel sitio del que
tanto les has hablado. Y como guía disfrutamos contando aquello que hemos
visto, y lo hacemos desde nuestra perspectiva, desde nuestras emociones,
pasiones… pues no podemos dejar de transmitir aquello que llevamos dentro, para
que los demás puedan empezar a gustarlo a su propia manera.
En fin, voy a continuar
embalando todo el material, pues es está una labor que sin duda da muchos
quebraderos de cabeza.
Buenos días.
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