“El espíritu de la cultura no consiste solamente en conocer los hechos, sino en ser capaz de imaginar la verdad.” (G.K. Chesterton)
13/08/22. sábado.
Viena.
Distancia: 24
km. Velocidad media: 13,40 km/h.
Altura subida: 60 metros.
Me temo que soy estos
días un turista más, sin tiempo para relacionar la belleza que estoy viendo con
el pasado que la provoco, incapaz de incorporar esa belleza, esa cultura a mis
vivencias del día. Mi curiosidad, los datos y hechos que averiguo con una
rápida mirada al móvil no son capaces de introducirse en mí, los olvido al
instante. Y es que la belleza no depende de la obra de arte en sí misma sino de
cómo me aproximo a ella, los datos y los hechos que la provocaron no aportan
nada pues hace que todo gire en torno al pasado y el resultado suele ser una
naturaleza muerta, un objeto de consumo del que solo percibo su parte externa,
que no entiendo ni comprendo, y probablemente tampoco tengo la voluntad ni el
tiempo para hacerlo.
Viena estoy seguro que
es una ciudad que no solo vive por y para el turismo, los vieneses supongo que
no han terminado por vivir encerrados en sí mismos, orgullosos de los recuerdos
que hicieron de la ciudad una especie de capital de Europa, no creo que vivan anclados
en el pasado pues eso les llevaría a no tener un presente autentico, lo que
sucede es que si solo paseo por su parte más turística estoy seguro que no
sentiré a la auténtica Viena y es que el pasado termina por carecer de
autenticidad.
Como tantas otras
ciudades culturales, Viena parece que ha separado la cultura de la vida, de lo
humano. Me tendría ahora que preguntar si esto es una enfermedad de Europa. Una
Europa que presume de tener la generación joven más preparada de su historia, en
apariencia cosmopolita y viajera. Sin embargo, esto parece ser que es perfectamente
compatible con la falta de sensibilidad hacia lo humano y el desdén hacia su
historia.
Estoy ante una ciudad
que invita a estudiarla. Una ciudad que puede hacernos cambiar si lo hacemos. A
hacernos más humanos, sin embargo: humano, humanidades, humanismo. Son palabras
casi en desuso. No hemos sabido sacar todo el potencial de lo humano y estamos
pensando ya en el transhumanismo, que conlleva el principio de la deshumanización.
En fin, dejaremos esto
del transhumanismo para mañana o pasado.
Buenos días.
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