“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
Chanac – Mende.
Noche tranquila pero fresca, 10 grados a las 07:00
horas, por suerte no ha llovido y se ha podido secar toda la ropa que había lavado.
Recorrido siempre ascendente, pero muy suave, con la
compañía del rio Lot a la derecha, solo diciendo no ha hecho falta recurrir al
plato pequeño esta dicho todo.
Día dedicado a avituallarse y hacer un poco el
turista y, dar una vuelta por Mende, que al igual que la mayoría de ciudades de
estas montañas poseen un centro interesante, con su templo y una plaza con un
estilo yo diría que montañés y muy francés.
Viajar en bicicleta y además en solitario presenta
algunas particularidades a la hora de hacer la “compra”. No es sencillo comprar
un rollo de papel higiénico, por ejemplo, así como muchos otros alimentos en
una cantidad pequeña.
Esto hace que se den muchas vueltas para adquirir
productos que luego se puedan transportar.
Comprar y consumir lo comprado o es tan fácil, pero nunca lo es,
pues estamos acostumbrados a comprar todo lo que nos apetece, incluso nos
encontramos con muchas personas que creen que todo cuanto existe y apetece, se
puede comprar con dinero. Y, no es verdad.
Con dinero puedo adquirir el placer, pero no se
puede comprar el amor, por poner un ejemplo.
En muchos sentidos soy el anti-consumista por
antonomasia. Si la mayoría de la gente fuera como yo, es fácil que toda la
economía se derrumbara.
Siempre he sido de la opinión que tanto la
moderación como la austeridad a la hora de consumir no hacen daño a nadie, con
crisis y sin ella, al contrario, son por sí mismas una virtud, consumir lo
necesario y lo útil, si se puede, va a cubrir no solo las necesidades
personales sino también el desarrollo general.
Lo contrario puede ser una enfermedad, gastar más
de lo necesario y la falta de austeridad nos puede hacer esclavos del gasto.
En fin, un cicloviajero no puede ser un consumista empedernido,
lo pasaría mal en la subidas.
Buenas noches.
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